Desesperanzados

El odio y la revancha siempre dañan más a quien lo ejerce, y aunque las cosas parezcan electoralmente consumadas, no podemos perder el optimismo y la esperanza, pues a estas alturas ya son lo único que nos queda…

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Educación suspendió el inicio de las clases presenciales. Personal docente llegó a escuelas a matricular.

Por Raúl García Mirón

2021-01-21 8:08:04

Exponerse tal cual se es, es como mirarse en el espejo. No hay manera de engañarnos, salvo que decidamos artificiosamente matizar lo que vemos, sentimos o pensamos. No es mi caso.
El ambiente económico incierto y socialmente hostil que nos rodea, causado por la pandemia, basta para ablandar los ánimos hasta del más optimista. No es fácil acostumbrarse, por mucho que los meses pasen, a dejar de ser humanos normales. La era de la mascarilla, alcohol gel y distanciamiento social ya nos ha robado casi un año de nuestras anteriores vidas. Y las segundas olas, amenazas de nuevas cepas -más contagiosas que las anteriores-, el temor de nuevos e ilegales encierros, que se vislumbra posible por el creciente descuido de muchísima gente, hacen que por ahora, en mi caso personal, el mejor plan para 2021 es no tener un plan y solo optar – no es menor cosa- por seguir adelante…
Vivimos en una especie de tiempo detenido, en el que la vida como la conocimos se detuvo en marzo pasado; vamos día tras día, siendo sobrevivientes, sin ninguna garantía de no ser víctimas del virus a la mañana siguiente. Desconfiamos del vecino, del compañero de trabajo, del pariente y del amigo. Cada encuentro ha representado un riesgo: ¿lo hicimos bien o cometimos un descuido? pero como no podíamos vivir encerrados por siempre, aprendimos unos más que otros, a vivir con este maldito e invisible enemigo. Hemos asumido, resignados, esta forma de vida, simulando, ocultando, evitando quienes somos, hartos de no tocarnos, juntarnos, abrazarnos, pues el otro sigue siendo una amenaza.
Unos pocos en esta pandemia vieron legítimamente engrosar sus billeteras; pero otros, nada honestos, se hicieron los bigotes con contratos gubernamentales de emergencia, mientras la inmensa mayoría, tuvo que pedir prestado y vaciar hasta lo último sus escasas cuentas. Sin duda, miles han perdido un ser querido, cerrado empresas, y muchos más, sus modestos empleos; y aunque el gobierno se anticipó a prometer con esperanza las famosas vacunas, solo Dios —“no el que habla con el presidente”— sabe si vendrán las primeras dosis, antes que cierre esta dispareja y costosa campaña electoral “presidencial”.
A lo anterior hay que sumar el ambiente político decadente, de cara a las elecciones legislativas y municipales, en el que pareciera que solo Nuevas Ideas es el partido competidor, engolosinado con una campaña propagandística apabullante, que sin duda, con nuestros escasos recursos públicos malversados se encargan de financiar. La consigna es terminar lo iniciado en febrero de 2019, con lo que avanzarán en la consolidación del gobierno en manos de una sola persona, el supremo líder, el excelentísimo, el “mesías” que habría de venir… y luego van por la Corte Suprema de Justicia, en particular la Sala de lo Constitucional, para terminar gloriosos con todos los estorbos.
Indudablemente el mensaje engañoso, divisivo, confrontativo, cargado de mentiras, luces, cámara y acción ha calado hondo. Nos han endeudado por los próximos cincuenta años, repartiendo paquetes de comida, hasta tres veces a la misma familia, y para clases no necesitadas, regalaron y se recetaron dinero del que no dan cuenta, violan leyes y resoluciones judiciales, desprecian, insultan, acosan a opositores y a otros Órganos de Estado, se burlan de todo cuanto les estorba o les critica, con tal naturalidad, que han vuelto una moda la bajeza y la mentira.
En resumen, solo queda esperar que la gente reaccione, que vea lo que se niega a ver, que oiga lo que ha decidido no escuchar y entienda que estos que prometen nuevos cielos son peores que los infiernos de los “mismos de siempre”. El odio y la revancha siempre dañan más a quien lo ejerce, y aunque las cosas parezcan electoralmente consumadas, no podemos perder el optimismo y la esperanza, pues a estas alturas ya son lo único que nos queda…

Abogado.