El silencio cómplice

Los responsables deben estar investigando tales defunciones porque cada caso es diferente y entendamos que la muerte no es cuantitativa sino cualitativa; será algo que deben empezar a escudriñar: qué ha llevado a esta debacle en el personal de salud. Mientras, se gasta una fortuna en anuncios televisivos ensalzando a la Fuerza Armada, institución que dejó manchar su hoja de vida siendo la institución más profesional después de los acuerdos de paz.

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Alexander y su esposa Abigaíl son propietarios de Sabord' Mar.

Por Ricardo Lara

2020-08-14 9:12:49

Es de sentido común que una pandemia sea manejada por personal de salud y no por políticos, pues parece que el único objetivo a la vista es confundir. El país cae a pique, no hay protocolos ni creados ni actualizados según el curso de la pandemia a pesar de casi llegar a los cinco meses para habernos preparado; al contrario, vivimos momentos donde se demuestra una indiferencia a la vida de parte de las autoridades de salud y de la misma población.
Lamentablemente pareciera que no conocemos a nuestra gente cuando es un imperativo saber para los que manejan los hilos de la pandemia que no hay soluciones fáciles ni a la vista; debemos remontarnos a nuestra historia donde el salvadoreño promedio vive en un ring donde debe de luchar contra problemas estructurales como la pobreza, la migración forzada, el desempleo, la corrupción, la violencia a la niñez y la misoginia, el poco valor a la vida humana, por ende, en momentos tan trágicos se debe aprender de lo malo aunque duela.
El manejo de la pandemia debe ser comunitario, preventivo, con enfoque de riesgo y política en la toma de pruebas y un bien público como es la salud debe ser manejado por lo mejor del país. Debe el lector saber que si se le arruina un grifo será el fontanero quien lo repare y no el carpintero, y así se debería actuar ante esta crisis; sin embargo, el personal de salud está pagando las política de las malas decisiones, los contagios a nivel de personal de salud y sus fallecidos, el descontrol de la transmisión comunitaria son claros ejemplos.
Los responsables deben estar investigando tales defunciones porque cada caso es diferente y entendamos que la muerte no es cuantitativa sino cualitativa; será algo que deben empezar a escudriñar: qué ha llevado a esta debacle en el personal de salud.
Mientras, se gasta una fortuna en anuncios televisivos ensalzando a la Fuerza Armada, institución que dejó manchar su hoja de vida siendo la institución más profesional después de los acuerdos de paz.
Se necesitan médicos, no soldados, para combatir la pandemia y para esta fecha nunca se trabajó con campañas de educación sino con mensajes de un terror insuperable, espacio desperdiciado, pues la población fue castigada con medidas absurdas como esas de enviar a personas a encerrarlas a albergues como un llamado de atención, haciéndolas correr el riesgo de un contagio en dichos centros.
El Salvador no necesita más cortinas de humo. Vivimos en una cárcel donde se nos divide en buenos y malos y nadie señala tal división. El país necesita a un Ejecutivo cerca del pueblo y no es lo que está sucediendo; tenemos a un ministro de salud que aparece en una foto posada donde ayuda a sostener a un paciente sin mascarilla… ¡Eso es una mentira! Y no se debe usar el dolor humano para fines propagandísticos, necesitamos funcionarios de altura y no a ese “hombre mediocre” que tan acertadamente describe José Ingenieros, porque no hay misterio que no sea resuelto ver esta pandemia como el cáncer de la corrupción sigue avanzando, la metástasis carcome toda buena intención y quedamos a la deriva ante una pobreza que ya se vive, insultos de miembros del gabinete para aquel que opine diferente.
Todos los datos son confusos, nadie sabe nada pues una mentira se cubrió con otras y así sucesivamente, lo que al momento sabemos es que la descoordinación es tal que a nadie parece importar que personas fallecen en sus casas, todos los hospital de la red pública y del Seguro Social están descoordinados, mientras, muchas dudas surgen y los españoles que están realizando. Demos tiempo al tiempo. En este silencio cómplice vimos lo de la Lotería Nacional de Beneficencia fue privatizada y nadie dijo ¡Nada! Recordemos que privatizar la salud, el agua y la educación sería el tiro de gracia para un país que se debate entre la vida y la muerte. Mientras tanto, me pregunto e invito a que todos los que estamos en salud cuestionemos ¿Y la Dirección Nacional de Salud Preventiva? ¿Dónde está? ¿Qué función tomó en esta pandemia? En mi artículo del 6 de septiembre hablo de esta nueva Dirección que pudo ver dado mucho, y si lo dio, no se vio.

Médico.