Politización de la pandemia

No tiene sentido entonces que soldados y policías decidieran quiénes deben ser enviados a los centros de contención, tampoco que un cerco sanitario debe hacerse con tanquetas.

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Brooklyn, el hijo mayor del futbolista David Beckham y de la cantante Victoria Beckham, se comprometió. Foto AFP

Por Rodolfo Chang Peña

2020-07-11 6:55:06

Los desastres naturales, la pandemia y la ya tradicional confrontación con varias instituciones oficiales y civiles, al menos en el primer año de gestión, han puesto a prueba al mandatario, en efecto las personas se conocen mejor en la adversidad que en los buenos tiempos. A pesar del apoyo popular debido a la distorsionada percepción que tiene la gente, el jefe del Ejecutivo no pasó la prueba. En primer lugar no mostró la sabiduría que muchos creyeron que tenía, tampoco evidenció el temple del verdadero estadista, no se vió una cabeza fría y un sentido común en su puesto. Por el contrario se “fue de boca” en varios tópicos y en lugar de promover la armonía social y proyectar unidad y fortaleza a la población, su discurso fue divisionista, confrontativo, contradictorio y volátil. Hubo berrinches, amenazas, acusaciones, expresiones de odio y hasta agresividad reprimida, reflejos tal vez de una persona que pierde los estribos con facilidad, que no sabe controlar sus impulsos y emociones, ¿Falta de preparación, quizá ausencia de consistencia académica?.
No pasa inadvertida a la población, sobre todo pensante, que el mandatario rechaza la tecnología, las organizaciones gremiales que pueden aportar y la opinión de los especialistas nacionales y prefiere decantarse por la improvisación, empirismo y medidas de carácter popular, en efecto para nadie es un secreto que se rodea mayormente de personas que sólo “tocan a oído”, incluyendo un veterninario y una asesora de imagen, ambos extranjeros, y hasta de un representante de OPS/OMS cuya labor en las cadenas nacionales, se acerca a la de un palero. A pesar de los acontecimientos no parece que se ha percatado que el problema es de salud, no político mucho menos militar. No tiene sentido entonces que soldados y policías decidieran quiénes deben ser enviados a los centros de contención, tampoco que un cerco sanitario debe hacerse con tanquetas. Desde esta óptica tampoco es explicable la avidez por monopolizar un problema sanitario cuando la lógica apunta al Ministro de Salud que desde el principio debió volver por sus fueros y funcionar como la autoridad máxima auxiliado debidamente por expertos y especialistas en la materia.
Si había prioridad por disponer de más camas hospitalarias para apoyar al precario sistema público de salud, la solución más rápida, funcional y barata era levantar dos, tres o más hospitales de campaña que a estas alturas estuvieran funcionando. Dicho sea de paso, esta modalidad de hospitales han probado que funcionan y es muy útil en situaciones de emergencia en cualquier parte del mundo. No obstante, se impuso el criterio político, gastar 75 millones solo en gastos de inversión sin tomar en cuenta los gastos de la operatividad y conquistar el galardón de ser el más grande de Latinoamérica. También son objeto de preocupación la reiterada reticencia para rendir cuentas sobre lo gastado, la manera centralizada como se ordenan y realizan las pruebas de laboratorio y el celo inexplicable del manejo de la información estadística ¿Cuál es el temor? ¿Por qué no decir la verdad?
La “guerra de decretos” desatada desde el principio, además de profundizar las diferencias, solo ha servido para acrecentar la confusión en los habitantes que ya no saben a quién creer y propiciar condiciones de incertidumbre como si los responsables están más interesados en cumplir las consignas muy salvadoreñas de “no dejarse de nadie”, “Sólo sirve lo que yo hago” y “Maje el que se deja torcer el brazo” ¿Será que la pedantería política le ganó al humanismo y a la doctrina llevándose de encuentro a los ciudadanos?

Médico.