La depresión no es juego

Personalmente, agradezco haber tenido el privilegio— ya que, en nuestro país, lo es— de acceder a una atención médica oportuna cuando pasé por la depresión. Sin embargo, soy plenamente consciente de que la vasta mayoría de la población sobrelleva la enfermedad en silencio, sin siquiera soporte emocional

descripción de la imagen
José Luis Escobar Alas, Arzobispo de San Salvador. Foto EDH / Archivo

Por Jorge Martínez Olmedo

2021-01-20 6:40:43

Antes de comenzar a hablar sobre la depresión en detalle debemos precisar que algunos de los conceptos que se vierten comúnmente sobre esta condición son infundados: la depresión no es solamente sentirse o estar triste, uno no puede controlar cuando puede estar “bien” y cuando “mal”, uno no “vive” deprimido, es una condición tratable que se puede superar con el acompañamiento médico adecuado. Rompamos esos estigmas. Detrás de estas construcciones culturales hay personas que viven en negación por no atreverse a aceptar que sufren de una condición médica como tal, que sufren en silencio por temor al qué dirán y se ahogan en sus propios pensamientos.
Por lo anterior, y porque la depresión es, además, un problema de salud pública, debemos visibilizar este trastorno y librarlo de su condición de tabú. El 13 de enero se celebró el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, fecha que busca contribuir a la desestigmatización de esta condición y romper los paradigmas culturales que se tienen cuando se piensa en ella. Sin embargo, más que celebrar una fecha especial, tenemos que exigir programas que se encarguen de concientizar a padres, jóvenes, niños sobre la relevancia que tiene esta enfermedad, que afecta mundialmente a más de 350 millones de personas, según datos de la Organización Mundial de la Salud. Esto supone, haciendo matemática rápida, que la depresión es una enfermedad frecuente: la padecen una de cada 20 personas.
Póngase usted a reflexionar, por un momento, que, de las personas con las que convive en el día a día, es altamente probable que más de alguna esté sufriendo este padecimiento, incluso en su círculo cercano. Además, de estos, la gran mayoría lo hace en reserva. Y si usted es una de esas personas, sepa que no está solo. Una de las principales dificultades es que muchas veces los afectados no saben identificar las señales de alarma que indican que una alteración de la salud mental está ocurriendo. Por ello, debemos enfocar la atención hacia la educación: aprender a identificar los síntomas de un cuadro depresivo, incitar a las personas a que hablen con su núcleo cercano si reconoce estas señales, acudir a un profesional de la salud de persistir y ser necesario para un correcto diagnóstico.
Asimismo, el sistema de salud debe ser equipado con los insumos necesarios para dar un seguimiento adecuado a los pacientes, comenzando por el personal médico. La percepción de que el acceso a atención de salud mental es un lujo que solo las personas con un nivel de ingresos alto se pueden permitir debe cambiar. La salud mental está en el mismo nivel de importancia que la salud física y se debe atender como tal. La pandemia agudizó muchos de los trastornos de la siquis y muchas personas comenzaron a sufrir algún tipo de padecimiento dada la situación de aislamiento, incertidumbre y zozobra generalizada. La sociedad, en general, las autoridades educativas y gubernamentales deben tomar lo sucedido como un punto de partida para una discusión sustancial en pos de desarrollar planes de concientización y educación sobre las enfermedades mentales, así como programas de diagnóstico y atención oportuna.
Ojalá que esta fecha nos sirva para comenzar a hablar sobre la salud mental, para perder el miedo de expresarnos, para romper estigmas. Personalmente, agradezco haber tenido el privilegio— ya que, en nuestro país, lo es— de acceder a una atención médica oportuna cuando pasé por la depresión. Sin embargo, soy plenamente consciente de que la vasta mayoría de la población sobrelleva la enfermedad en silencio, sin siquiera soporte emocional. Por estas personas, y por las que no tuvieron oportunidad de contar su vivencia, propongámonos crear una consciencia colectiva sobre el tema, uno a uno construyamos una sociedad más abierta y rompamos tabús.

Estudiante, Club de Opinión Política Estudiantil (COPE)