Los más vulnerables

La Organización de Naciones Unidas proclamó desde agosto de 1982 que el 4 de junio de cada año sería el “Día Internacional de niños víctimas de agresión”.

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Salvador Samayoa

Por Mario Aguilar Joya

2021-06-02 7:44:15

Vulnerable proviene del sustantivo en latín vulnus, que suele ser traducido como “herida” o “lesión”. La vulnerabilidad es entonces la cualidad que posee una persona para ser lesionado o para ser dañado. Dentro de los más vulnerables de la sociedad actual se encuentran indudablemente los niños. Es por esta razón que la Organización de Naciones Unidas proclamó desde agosto de 1982 que el 4 de junio de cada año sería el “Día Internacional de niños víctimas de agresión”.
Son las Naciones Unidas quienes refieren la importancia de la fecha: “Los Días Internacionales nos dan la oportunidad de sensibilizar al público en general sobre temas de gran interés, tales como los derechos humanos, el desarrollo sostenible o la salud. Al mismo tiempo, pretenden llamar la atención de los medios de comunicación y los Gobiernos para dar a conocer problemas sin resolver que precisan la puesta en marcha de medidas políticas concretas”. (https://www.un.org/es/observances/child-victim-day).
Los números de los niños víctimas de agresión pueden llegar a ser aterradores, como aterradoras son las acciones violentas a los que la infancia está sometida: no existen zonas en el mundo que estén exentas de niños que sean agredidos, con un estimado de más de 450 millones de niños viviendo en zonas de conflicto. La gran mayoría de estos niños viven en África y en el Medio Oriente, lugares catalogados como zonas de conflicto de alta intensidad por la frecuencia con que se llevan a cabo enfrentamientos, hambrunas u otros tipos de agresiones hacia la infancia. En estas zonas, un total de hasta 175 millones de niños se ven afectados cada año.
En forma independiente en donde vivan los niños, se estima que el riesgo de que sufran de algún tipo de agresión física, mental o emocional es 1 en 2, es decir del 50%. Este porcentaje se eleva a casi el 100% en aquellos sitios considerados zonas de conflicto en donde unos de cada seis niños de la población mundial viven o intenta sobrevivir. En estos lugares los niños perecen entre los adultos debido a daños colaterales o por ser objetivos civiles en las guerras, otros fallecen combatiendo como “niños soldados”. El número de niños heridos triplica al número de niños fallecidos; haciendo que la tasa de enfermedades, malnutrición y violencia a la integridad de estos niños aumente y los coloque en mayor riesgo de vulnerabilidad.
Pero no todo lo que sucede en la agresión infantil es cometida en grupos de niños o colectividades infantiles. No muy lejos, en la memoria de todos está la historia del reportero gráfico sudafricano Kevin Carter que cubría la hambruna en Sudan. Fue su impactante foto que lo hizo famoso y acreedor del premio Pulitzer en 1993: un niño sudanés inmóvil y hambriento acechado de cerca por un buitre que busca entre la basura su comida y espera el desenlace fatal del niño.
No deberíamos olvidar a los niños víctimas de agresión por aquellas instituciones que en algún momento se comprometieron a cuidarlos: el hogar, la escuela y la Iglesia. Estos niños conforman una larga lista de personas violentadas a través de la historia. Esto ocurre en sus propias casas, por sus padres, cuidadores o personas “cercanas a la familia”; en las escuelas en donde son los propios maestros los ejecutores de los castigos físicos, emocionales o mentales. O bien por una Iglesia, que aún no puede dar respuesta clara y concisa de las acciones de sus malos miembros y que deja casi muda la voz de un Jesús que aún clama: “En verdad les digo que en cuanto lo hicieron a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a Mí lo hicieron”. (Mateo 25, 40).

Doctor en Medicina y Teología.