Por el mérito equivocado

Podemos mencionar al último expresidente del país, quien dejó tanto descontento popular tras su mandato que terminó como uno de los peores evaluados en los últimos 30 años. Por otra parte, el presidente actual ha demostrado su incapacidad para negociar con su oposición y lidiar con los problemas del país.

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Foto: Pixabay

Por David Solís

2022-01-03 4:45:13

En muchas organizaciones lo que cada integrante busca es el ascenso en la pirámide jerárquica. Esta se le otorga a aquellos cuyo desempeño se considera meritorio. Tal forma de proceder parece bastante razonable, pues, además de justa, es práctica: se espera que la persona se desempeñe igual o mejor que en su puesto anterior. Sin embargo, en muchas ocasiones sucede lo contrario: quien recibió el ascenso produce menores resultados que antes, pues el cargo superior requiere de habilidades adicionales a las que ya poseía. A pesar de que se suponía que el ascendido desarrollaría las aptitudes necesarias, no lo hace; pero logra desenvolverse de forma aceptable, de modo que consigue otro ascenso y luego otro, terminando así en un puesto de mucho poder sin contar con las capacidades requeridas.

Este fenómeno fue formulado en 1969 por Laurence J. Peter en un libro llamado El principio de Peter. La obra es una sátira de las organizaciones empresariales y, pese a abordar el tema con una narrativa jocosa, lo visibilizó e incluso inspiró estudios posteriores en el mismo. En resumen, el principio de Peter plantea que alguien muy calificado para su trabajo puede ganar ascensos que requieren de distintas habilidades, hasta llegar a un nivel donde, por carecer de las aptitudes necesarias, la persona se vuelve incompetente y no puede ser promovida. Cabe aclarar que, aunque los ascendidos llegan a un punto de incompetencia donde no pueden avanzar, este efecto puede manifestarse en los líderes de la organización respectiva.

El principio de Peter está cargado de pesimismo, pues olvida que algunas personas cuentan con las habilidades blandas necesarias para adaptarse. Se podría decir que usa una lógica similar a la de la ley de Murphy (si algo puede salir mal, saldrá mal); usa una perspectiva negativa como advertencia para prevenir que en efecto suceda el fenómeno. Y la solución que se ofrece es asignar los roles de trabajo según las capacidades de cada miembro de la organización, es decir, en las que es completamente competente.

Sin embargo, lo que hay que remarcar es la delegación de los roles de líderes. Idealmente, estos puestos se les confían a los más aptos; pero en distintas ocasiones el ascenso no se fundamenta en las aptitudes de la persona, sino en el favoritismo. Puede que alguien se haya desempeñado bien en cierto cargo y obtenga reconocimiento y un puesto superior en el que no rinda como antes, y que consiga otro ascenso por favoritismo. Esto no es un peligro exclusivo de organizaciones empresariales, sino que se da también en ámbitos como la política. Así, en estos casos, quien gana puestos de mayor rango no es quien está más capacitado, lo cual puede incluso afectar a una comunidad política.

Por dar ejemplos puntuales, podemos mencionar al último expresidente del país, quien dejó tanto descontento popular tras su mandato que terminó como uno de los peores evaluados en los últimos 30 años. Por otra parte, el presidente actual ha demostrado su incapacidad para negociar con su oposición y lidiar con los problemas del país.

Un punto a destacar, pero solo aplica al caso discutido, es que ninguno de los dos mandatarios cuenta con un grado universitario. De cualquier manera, este requisito no es una panacea; el presidente anterior a ambos terminó su educación superior, e incluso ganó reconocimiento como periodista; no obstante, su mandato suscitó escándalos y ahora vive como fugitivo. Podemos ver el principio de Peter en su máxima expresión, pues ninguno de estos funcionarios demostró tener la base ética ni las aptitudes necesarias para el cargo. Se les otorgó el poder por su desempeño en labores inferiores; pero al llegar a la cúspide se nota su incompetencia.

De esta manera, hay que advertir el principio de Peter. En nuestra sociedad en varias ocasiones se delegan responsabilidades grandes sin medir las capacidades que estas exigen. Se debe medir la competencia de las personas y no tener la idea errónea de que quien pudo desempeñarse en otros cargos lo hará de igual forma de los de mayor jerarquía, esto depende de sus aptitudes; esta debería ser una lección ya aprendida por las múltiples experiencias que hemos vivido.

Estudiante de Ingeniería de Negocios

Club de Opinión Política Estudiantil (COPE)