Abriendo los ojos

El New York Times, el Washington Post, el Financial Times, la revista The Economist, son solo una muestra de medios con plataformas gigantescas que han cubierto con creciente preocupación la erosión del Estado de Derecho en El Salvador.

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Imagen de referencia. Foto/ AFP

Por Cristina López

2020-05-24 6:09:36

No, el título de esta columna no es una referencia a la novela barata a la que el presidente Bukele, en un arranque de dramatismo, sometió a su audiencia durante una conferencia de prensa, invitándole a “cerrar los ojos” e imaginar el sufrimiento de un ser querido (¡Cómo si los salvadoreños necesitáramos imaginación para entender el sufrimiento!). Se refiere más bien a lo que ha causado el fin de la luna de miel que el presidente millennial tenía con los medios internacionales, que finalmente han abierto los ojos al deprimente hallazgo de que ninguna generación tiene el monopolio sobre el autoritarismo.
Debido al contexto de la victoria histórica de Bukele, en que parecía darse por terminada la era bipartidista, muchos medios internacionales convirtieron el hito en mito y reprodujeron, casi íntegramente y sin escepticismo alguno, la narrativa bukelista de que el mandatario millennial sería el paladín de la gobernanza moderna. En aquellos inocentes días era imposible leer sobre la victoria de Bukele en la prensa internacional sin notar el optimismo y enorme beneficio de la duda implícito que estaban dispuestos a darle al joven presidente tantos periodistas normalmente inclinados a incomodar al poder.
Claro, tampoco era difícil impresionar a la prensa internacional cuando los estándares de lo que pasaba por liderazgo presidencial salvadoreño en la última década los habían impuesto Mauricio Funes con sus desfalcos millonarios y Sánchez Cerén, para quien la palabra hablada parece un reto insuperable. Con que supiera hablar, y con que usara ese don básico para hablar de anti-corrupción, cualquiera habría podido llenar las ya bajas expectativas de los periodistas de “afuera”.
Pero con el 9F cambió todo. Con el tufillo autoritario de la retórica, la audacia de mentir a lengua suelta sin vergüenza alguna y la foto espeluznante del poder armado dentro del Palacio Legislativo, se le acabó el cheque en blanco con la prensa internacional al presidente tuitero. Ni la gorra volteada hacia atrás, ni su fluidez digital, ni los incentivos de “influencer” que motivan su propaganda digital, pueden ya distraer a ningún periodista con seriedad de la transparente realidad: el tipo es un autoritario, igual de parecido a tantos otros autoritarios pluri-ideológicos antes que él, que le han robado a América Latina oportunidades de progreso. Más de lo mismo, pero en empaque diferente. El autoritarismo clásico, ahora disponible en formato de meme.
Es por eso que, al dolor de leer en las noticias sobre los estragos que el COVID-19 está causando en la economía y salud pública de El Salvador, muchos salvadoreños en el extranjero debemos ahora agregar la pena propia de leer en los medios internacionales más rigurosos sobre los estragos que el presidente Bukele está causando en la democracia, los derechos humanos más fundamentales de los salvadoreños, la libertad de prensa y la reputación internacional del país, de la que dependen inversiones, tasas de interés de empréstitos multimillonarios, índices de riesgo, etc. El New York Times, el Washington Post, el Financial Times, la revista The Economist, son solo una muestra de medios con plataformas gigantescas que han cubierto con creciente preocupación la erosión del Estado de Derecho en El Salvador.
En The Economist un titular incluso preguntaba si Bukele sería el primer dictador millennial, y parece que por lo menos en la liga latinoamericana, sí. En la liga mundial, Kim Jong-un le quitó el puesto hace ratos.

Lic. en Derecho de ESEN, con maestría en Políticas Públicas de Georgetown University.

@crislopezg