¿Y dónde están las mujeres?

¿Cómo esperan ustedes, mujeres todas de El Salvador, romper su techo de cristal si aprueban un gobierno que les coloca un techo de granito? ¿Cómo van a conquistar ese merecido trato digno que les debe la sociedad si elogian un gobierno que no las dignifica? ¿Cómo van a conquistar la merecida justicia si permiten que otras mujeres como ustedes sean víctimas del maltrato, del acoso, de la difamación, de la sexualización, la instrumentalización y de expresiones de violencia intolerables en una sociedad civilizada?

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Brooklyn, el hijo mayor del futbolista David Beckham y de la cantante Victoria Beckham, se comprometió. Foto AFP

Por Darío Cardona

2020-07-11 6:44:39

Si un gobierno es reflejo de la idiosincrasia de un pueblo, qué podemos concluir de la idiosincrasia del pueblo salvadoreño con un gobierno que mancilla la dignidad de las mujeres y endiosa la imagen del hombre hasta el punto de servirle en bandeja, como por derecho divino, privilegios autoritarios y patriarcales; qué se puede esperar de un gobierno que convierte a la mujer en un objeto suntuario como si se tratara simplemente de un instrumento de marketing político; donde la primera dama es la que aparece en la foto pero jamás en el discurso; donde las ministras son meras ejecutoras de las órdenes incontestables de la voluntad suprema del rey Schahriar; las que deben exhibir frente al público una sumisión infinita como si no se tratase de un gobierno sino de una tribu calcada de los tiempos del patriarca Abraham o de los tiempos de Iskandar y Soleimán.
Qué podemos concluir de un pueblo que elogia a un mandatario que auspicia a un personaje nefando como Walter Araujo para que dirija ataques viles y despiadados contra las mujeres que tienen el carácter de alzar su voz, hasta llegar a exponer su intimidad, hasta sexualizarlas, hasta menospreciarlas y reducirlas al rol exclusivo de las tareas domésticas (típica conducta del hombre que ofrecería puestos a cambio de favores sexuales). Qué podemos concluir de un pueblo cuyos funcionarios son célebres por dirigirles a sus ex parejas expresiones como: “te voy a matar y nadie se dará cuenta dónde te voy a enterrar”, donde expresiones como “si hay pelito, no hay delito” son la carta para ser nombrado Comisionado de la Juventud, donde ser procesado por agresiones contra la mujer es la carta para ser nombrado asesor de seguridad; donde se rumorea fuertemente que la esposa del presidente ha sido víctima de violencia doméstica y nadie, absolutamente nadie, exige su esclarecimiento. Qué podemos concluir de un pueblo que tolera un gobierno que se beneficia de los atentados contra el honor y la integridad que las planillas anónimas de troles dirigen contra toda mujer que exprese disconformidad.
Causa impotencia y desasosiego ver cómo mujeres que deberían ser admiradas por triunfar en esta sociedad en la que para sobresalir tienen que hacer un triple esfuerzo, son vilipendiadas y ninguneadas por rebelarse contra el autoritarismo sin que sus congéneres salgan en su defensa, como haría una colmena o un nido de hormigas; como si una mujer que piensa y se expresa libremente fuera una bruja del oscurantismo que merece el escarnio social. ¿Dónde están las mujeres que se defienden a sí mismas de la misoginia de un gobierno que más parece un emirato repleto de barbas y bigotes espesos emparentados que una administración democrática donde impera la equidad?
Si al pueblo salvadoreño —o al menos a sus mujeres— no les causa indignación y no les bastan semejantes conductas para reprobar una administración que demuestra no tenerles respeto alguno y, en cambio, lo premian con su aplauso, figúrese usted cuánto machismo, cuánto retraso en términos de civilización humana padece este “sufrido pueblo” de San Romero de América. ¿Cómo esperan ustedes, mujeres todas de El Salvador, romper su techo de cristal si aprueban un gobierno que les coloca un techo de granito? ¿Cómo van a conquistar ese merecido trato digno que les debe la sociedad si elogian un gobierno que no las dignifica? ¿Cómo van a conquistar la merecida justicia si permiten que otras mujeres como ustedes sean víctimas del maltrato, del acoso, de la difamación, de la sexualización, la instrumentalización y de expresiones de violencia intolerables en una sociedad civilizada? Yo nunca he visto a nadie conquistar la libertad abrazando los pies del verdugo.
Finalmente, si usted ha sido mancillada por elgobierno y sus vínculos, no está sola: aún hay ciudadanos que guardan coherencia entre la sociedad que desean y la sociedad que construyen.

Escritor y Licenciado en Ciencias Jurídicas