Cuando alguien querido se va...

Nadie quiere saber el momento el que tiene que marcharse y todos esperamos que sea en paz y habiendo sido más buena que menos buena personas y habiendo hecho más bien que menos bien, para uno mismo y los entornos en que vivió, y en lo posible, dejando claro y organizado, lo que desea suceda con lo que hereda.

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Mario Vega, líder de la Iglesia Elim. Foto EDH / Jonatan Funes

Por Pedro Roque

2022-01-15 4:08:52

Cuando alguien querido en busca de su sueño y felicidad decide marcharse a un país lejano, nos viene a la mente la canción de José Feliciano “¿Qué será? ¿Qué será?”… Y les deseamos de corazón lo mejor para ellos.

En otros momentos tenemos que entender y aceptar cuando seres apreciados y queridos, entre amigos y parientes, por vejez, enfermedad o causas especiales, su estancia en esta querida tierra llegó a su final.

Para quienes recientemente hemos perdido a un amigo o un pariente les recuerdo la letra del poema y canción, “Cuando un amigo se va”, que escuché hace años de la voz de Alberto Cortez, que también se fue, en uno de sus magníficos conciertos en Valencia…

Con gran emoción recitó cantando con su guitarra: Cuando un amigo se va / Queda un espacio vacío / Que no lo puede llenar / La llegada de otro amigo./Cuando un amigo se va / Queda un tizón encendido / Que no se puede apagar / Ni con las aguas de un río./ Cuando un amigo se va / Una estrella se ha perdido / La que ilumina el lugar / Donde hay un niño dormido./ Cuando un amigo se va / Se detienen los caminos / Y se empieza a revelar / El duende manso del vino./ Cuando un amigo se va / Galopando su destino / Empieza el alma a vibrar / Porque se llena de frío./ Cuando un amigo se va / Queda un terreno baldío / Que quiere el tiempo llenar / Con las piedras del hastío. Cuando un amigo se va / Se queda un árbol caído / Que ya no vuelve a brotar / Porque el viento lo ha vencido. Así es cuando se trata del final de la vida de amigos y parientes, el viento que vence a la salud son las enfermedades y así como el árbol caído no vuelve a brotar, después de la muerte no se puede volver.

Para la mayoría de las personas no es agradable pensar y hablar de la muerte, a menos que lo proyectemos como la ultima fase del proceso de la vida, que comenzó con el primer latido del corazón dentro del cuerpo de la madre y el cronómetro de la vida contó el primer segundo y se para después del ultimo latido del corazón y marca el tiempo que correspondió vivir.

Y aunque sabemos que cada uno tendremos nuestro momento, nos preocupamos por posponerlo para estar más tiempo aquí disfrutando de la naturaleza y del cariño de la gente que queremos y nos quieren.

La vida es la suma de los acontecimientos en los que cada uno es protagonista, de momentos felices y menos felices, de buena salud y enfermedad, de alegrías y tristezas y épocas de más y menos bonanza.

Nadie quiere saber el momento el que tiene que marcharse y todos esperamos que sea en paz y habiendo sido más buena que menos buena personas y habiendo hecho más bien que menos bien, para uno mismo y los entornos en que vivió, y en lo posible, dejando claro y organizado, lo que desea suceda con lo que hereda.

Cada día son muchos los millones en todo el mundo que inician su vida en el vientre de sus madres y también muchos millones que la finalizan, pero al margen de las estadísticas, nos alegramos cuando la familia crece y entristecemos cuando un pariente nos deja.

Cada uno producimos momento alegres de bienvenida y otros tristes de despedida y a los que se van para siempre  les deseamos un buen viaje hacia la eternidad.

Es cierto lo que cantaba Alberto Cortez… Cuando un amigo -o un pariente- se va deja un espacio vacío que no se puede llenar con la llegada de otro amigo...

Ingeniero/Pedroroque.net