En meses el país escribirá una nueva página en su historia democrática, siendo el responsable de tomar las riendas el partido Nuevas Ideas y, por supuesto, aún más el presidente de la República. No se necesita ostentar un cargo público para construir un mejor país, ni mucho menos llegar a la Asamblea Legislativa para aportar a buscar el bien común y el sector salud es un estamento que merece que el gobierno dirija su mirada a tal sector.
Sabemos que hay muchísimas leyes que de a poco se han venido aprobando en beneficio de las mayorías, pero no deben ser leyes muertas y se debe continuar trabajando con esmero en buscar servir al paciente, que tiene dolor, no afiliación política; es por eso que no debemos hacer de la salud del pueblo salvadoreño un instrumento político y, al contrario, día a día se deben fortalecer todas aquellas leyes en beneficio del paciente, siendo una de ellas la tarea titánica impulsada por el doctor Raúl Lara en la aprobación de la Ley del Cáncer. Esta última debe ser la que dé el ejemplo de la ley viva contra una enfermedad que mata a más personas que la misma violencia social.
No menos importante es la descentralización de los hospitales de tercer nivel que por momentos no dan abasto y buscar alternativas reales para que el paciente no tenga que desplazarse desde un remoto cantón hasta estos centros de atención, por lo que la contratación de personal de salud especializado para todos los departamentos del país y sea accesibles al paciente; desde 1978 se habla de salud para todos en el año 2000 a través de la prevención y no de atender la enfermedad, olfatear el dolor para hacer del binomio médico-paciente la razón de ser de un ministerio de Salud.
No hay tiempo para venganzas, desgastarse en buscar culpables sino en buscar soluciones a problemas históricos. La pandemia ha dejado grandes lecciones, no hubo país en el mundo que estuviera preparado para enfrentarla, se hicieron cosas buenas y también se cometieron errores y es de estos últimos que se debe aprender y hacer del sistema de salud un ente que se entregue a una sociedad a la que se le debe, y se le debe mucho. Es prioritario revisar cómo se abordará la salud mental tan afectada en la sociedad salvadoreña. Venimos de una guerra civil en la que nunca pudimos decir “hasta aquí la posguerra”, lo cual causó estragos emocionales en todo un país luego los desastres naturales desde el Mitch en 1998 hasta los dos terremotos del 2001. No dejare de mencionar los actos de corrupción que en nombre de la salud del pueblo se han aprovechado para lucrarse. Luego fuimos afectados por la violencia social que se vive en las calles del país y para dar un tiro de gracia es la pandemia #COVID_19.
Tenemos niños con más de un año de no salir a las escuelas, personas mayores que acatando las disposiciones sanitarias prefieren el encierro a correr un riesgo; quizá no se ha valorado el daño a la salud mental que la cuarentena y el miedo impuso y debe el gobierno invertir todo recurso disponible en revisar, atacar y atender todo aquello que afectó tanto. Hubo pérdidas de empleo, migración forzada, negocios quebrados y aunado a todo lo anteriormente descrito tenemos una nueva pandemia como es el caso de las desapariciones que tienen un efecto tan desbastador.
Criticar es fácil, y también es necesario señalar las cosas malas que pasan; sin embargo, debemos ver hacia el futuro. Es el momento de dejar ese fanatismo que tanto daño ha causado a nuestra sociedad y que todo lo anteriormente descrito sea abono para nuestra niñez la verdadera razón de ser de todo esfuerzo. Nuestros jóvenes merecen que nosotros les dejemos un país justo, solidario y que sea la tierra donde nacemos nos podamos desarrollar y podamos morir y no buscar el sueño americano que en muchas veces se convierte en una verdadera pesadilla.
El gobierno tiene una responsabilidad histórica de escribir una página nunca antes trazada, la cual está en blanco; tienen todo para dar lo mejor,se debe fortalecer los programas de V.I.H. y potenciar la lucha de la prevención de enfermedades transmitidas por vectores, la ley de la lucha contra el cáncer, revisar y fortalecer todos los programas del primer nivel de salud. Pero, sobre todo, transparentar las decisiones que se tomen y no que se clasifiquen y codifiquen para no conocer la realidad de la salud publica de la población salvadoreña.
Médico.