¿ “Mi” gobierno? Una comprensión machista del poder

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Esta imagen del 21 de junio de 2019 muestra la instalación temporal establecida para albergar inmigrantes en una estación de la Patrulla Fronteriza de los EE.UU., en Clint, Texas. Foto referencia / AFP

Por Enrique Anaya

2019-06-25 4:52:27

PUESIESQUE…la semana pasada no se publicó esta columna (ya que el lunes, que escribo, fue asueto remunerado y soy respetuoso del feriado), por lo que -quizá- el tema de hoy asemeje, a esta fecha, temporalmente desfasado, pero vale la pena compartir reflexiones sobre la pervivencia en el país de una concepción personalista y autoritaria del poder en general, sobre todo del político, lo que se refleja -como dice Brunner- en “esquemas comunes de interpretación, un orden intelectual y moral y unos códigos compartidos de comunicación social”.

Así, hace dos semanas, el presidente constitucional de El Salvador escribió un tuit preguntando: “¿Qué hace Ileana Rogel en mi Gobierno?”
Me llamó la atención el uso del “mi” (no me refiero a la tercera nota de la escala musical), pues el presidente lo utilizó como forma del determinante posesivo de primera persona del singular (¡vaya!…amanecí serio), indicativo de posesión o pertenencia. El Presidente nos expuso, pues: “El Gobierno es mío”.

Es justo y conveniente, entonces, formular dos aclaraciones:
Desde una perspectiva constitucional, en El Salvador, a diferencia de otros países, la expresión “gobierno” no es indicativa de la función ejecutiva del Estado, ya que según la Constitución, el ejercicio del poder político -esto es, el Gobierno- corresponde a una multiplicidad de órganos e, incluso, consigna que los “órganos fundamentales del Gobierno son el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial”. No sobra señalar, pues, que el presidente de la república es el líder de una de las ramas gubernamentales, integrante -entre miles- de uno de los órganos fundamentales, pero no constituye él solo el Gobierno.

Desde una perspectiva democrática, el Gobierno no es propiedad ni pertenencia de ninguna persona, sino que, simple y llanamente, con ese vocablo nos referimos al ejercicio del poder político e, incluso, si queremos insistir en una visión posesoria de las instituciones estatales, el único que puede reclamar titularidad del Gobierno es el pueblo, ya que este es el soberano y, por ello, como también dice la Constitución, el “Gobierno es republicano, democrático y representativo”.

Ese lenguaje posesivo sobre el Gobierno está tan generalizado en el país, que no únicamente lo usa el presidente, sino que aparece en artículos de opinión, en notas periodísticas, en redes sociales, etc., lo que nos muestra que hemos culturalmente socializado y aceptado una visión personalista y autoritaria del poder político, como si el presidente fuere “el dueño” del Gobierno, en una concepción machista del poder: posiblemente ello tenga su origen, en el plano político, en nuestra historia de caudillos, dictadores y líderes mesiánicos…pero ese análisis se lo dejo a historiadores, antropólogos, sociólogos y psicólogos sociales.

P.D.-1: por favor, sustituyan a la persona que hace los discursos al presidente. Admito, sin reparo, que cada quien tiene su propio sentido del ridículo, pero sí parecía chiste que en el discurso de toma de posesión se diga “esas enseñanzas que le enseñó (…)”, ya con la esperpéntica y esotérica declaración en México, de que “la suma de nosotros es mayor que la suma de nosotros; la suma de nosotros es mayor que la suma de cada uno de sus componentes”…Eso aflige.

P.D.-2: Se reclama que Casa Presidencial contrate abogados -jóvenes, innovadores, valientes, honestos, con sólida formación en derecho constitucional o administrativo-, pues si el período presidencial inició con despidos inconstitucionales e ilegales, siguió con juramentar a un diputado que no había pedido permiso ni renunciado, y continúa con una iniciativa de reforma a la ley al presupuesto, pero que es “tres i” (inconstitucional, ilegal e inentendible)…Asusta imaginarse con lo que seguirán y terminarán.