Mi camisa del Mundial

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El zaguero Roberto Domínguez, en el primer entreno de la Sub 20 en suelo tico. 

/ Foto Por Key Portillo

Por Juan Pablo Gálvez

2018-06-08 10:17:22

Sin duda alguna estamos entrando en el fenómeno del mundial. Aunque no practico el fútbol, confieso que disfruto viendo un buen partido con amigos, reconozco que no soy un loco fan, pero me he tomado el tiempo de levantar la cabeza, y ver lo que sucede a nuestro alrededor y destacar algunas actividades que sobresalen en estos días y acerca de las que los invito a reflexionar.

Hemos vivido la fiebre del álbum desarrollando una serie de técnicas para conseguir las 670 estampas que le dan color a las 80 páginas del mismo, y que de alguna forma servirá para vivir más de cerca la emoción de estos 32 días, y posiblemente les hará sentirse más cerca de Rusia.

Me di cuenta de primera mano de la fraternidad con la que se cambian las tarjetas y cómo se ha generado un mercado de tarjetas y técnicas de cambio (“yala” o “nola”) y para colaborar entre coleccionistas con gran emoción e intensidad. Este fenómeno se logra ver en todas las edades, puede ser que lo llenen en carácter individual, en pareja, o con un grupo de amigos, es fácil ver incluso a mamás o papás con la misma emoción acompañando a sus hijos en centros comerciales, colegios, oficinas y hasta en redes sociales; una competencia sana por completarlo. Esto es un fenómeno que deberíamos impulsar aún más no solo con el álbum sino también a nivel comercial.

Así mismo, empezamos a vernos invadidos por las camisas de los diferentes países participantes; curioso que todo esto, tomando en cuenta que El Salvador no va al Mundial. No está de más hacer la pregunta, suponiendo que el pulgarcito de América hubiera clasificado al Mundial, ¿tú habrías comprado la camisa de El Salvador? Quizás la mayoría sí lo hubiera hecho, por esa identificación con las pocas cosas que causan alegría y que te ayudan a salir del día a día. La compraría por ese patriotismo que es parte de ti. La hubieras comprado aun sabiendo que hay muy poca probabilidad de pasar de la primera ronda. Porque la razón por la que comprarías la camisa es más grande y vale más la pena que si pasamos o no a la siguiente ronda; la compras porque tú también eres salvadoreño, perteneces a un país y aunque los otros sean Goliat tú la vistes con orgullo de David.

Pero la realidad es otra, El Salvador no se ganó la invitación a esa fiesta. Ante ello se nos abre la oportunidad de vestir cualquiera de las 32 camisas que se sudarán en cada uno de los 64 partidos. Rápido este espectro se nos reduce a unas 4 o 5 como las selecciones favoritas. Nos identificamos con el equipo ganador y, es natural, ¡todos queremos estar con el equipo ganador! Todo esto por alguna afinidad particular o algún análisis profundo en base a la trayectoria que se haya realizado, el caso es que nos lleva a ¡convertirnos en hinchas de este equipo!

Por otro lado, están los equipos que no son favoritos y que se pueden encontrar entre ellos nuestros hermanos de Costa Rica y Panamá que a todas luces están haciendo mucho mejor las cosas que nosotros; con mérito propio han clasificado con todas las de ley, nos representan como región y estarán en la vitrina de los grandes.

Ante esta realidad, les invito a reflexionar sobre los equipos de nuestra región que, si bien portan orgullosamente la camisa de su país, en el fondo también nos representan a cada uno de nosotros como centroamericanos y merecen nuestro apoyo, no por que puedan o no puedan ganar, sino por el hecho que somos hermanos centroamericanos.

Ojalá logremos apreciar mas allá de lo que nos muestra el televisor, y que al ver una excelente jugada o un muy buen gol analicemos que ha sido fruto de estrategia, dedicación, esfuerzo y mucho sacrificio, no olvidemos que de esa forma se disfruta mucho más el éxito.

Colaborador de
El Diario de Hoy
@juanpablogalvezesa