Mercado y marihuana

Se termina en una paradoja tragicómica: la manera de hacer desaparecer el mercado clandestino consistiría en lograr que el mercado regulado se parezca más a él…

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Rodolfo Zelaya en las canchas de la Fesfut, Colonia Escalón. / Foto EDH cortesía Fesfut

Por Carlos Mayora Re

2019-09-06 6:21:52

Sacar del mercado a los narcotraficantes y gravar con impuestos el comercio de la marihuana son dos de los argumentos con más peso que utilizan quienes pugnan por su legalización; de manera que por una parte, se disminuiría la violencia inherente a los negocios ilegales, mientras que por otra su consumo contribuiría a paliar de algún modo los problemas de salud inherentes a su uso.

Además, si la marihuana se distribuye en el comercio normal, se evitaría a los consumidores entrar en ambientes sórdidos y peligrosos, típicos de la distribución clandestina de los productos prohibidos. A todo esto se añade el argumento libertario: permitamos que los adultos responsables consuman los productos que quieran, no nos metamos en las decisiones personales y dejemos que cada uno haga de su capa un sayo si le viene en gana.
Esas cuatro posturas suenan bastante bien. En teoría. Sin embargo, ahora que en algunos países se ha legalizado recientemente la distribución y el uso particular del cannabis, habría que ver cómo han ido las cosas.

En Canadá, luego de la legalización, el mercado ha respondido con un importante aumento de la demanda del producto. Un tema que no es de extrañar, pues si se da el mensaje de que lo que antes era mal visto e incluso prohibido, ahora es legal, al grupo de consumidores habituales se sumarán los curiosos y noveleros: todos juntos provocan una demanda tan grande, que ha sobrepasado ampliamente a los productores legales.

El resultado inmediato ha sido la aparición del mercado negro manejado por los que antes distribuían la droga en la clandestinidad, pues por una parte no iban a renunciar porque sí a un negocio tan lucrativo, mientras que por otra ya contaban con las redes de distribución y organización logística (ilegal) necesarias… con lo que algunos de los problemas que se querían atajar: violencia callejera, contacto de la gente con ambientes peligrosos, mercado informal que no paga impuestos, etc., se mantienen.

La proporción de venta ilegal de marihuana en Canadá es más de dos a uno: dos mil millones de dólares en el mercado regulado y cinco mil millones en el mercado clandestino.

Es lógico pensar que es un período de ajuste, y que de una u otra manera la oferta legal alcanzará la demanda. Pero también es sensato pensar que si se puede producir, distribuir y vender una mercancía libre de impuestos y ofrecerla a precios más bajos (se reporta que en California los precios del mercado negro son 70% más bajos que en el legal), el mercado ilegal terminará por sobreponerse al regulado.

Además, el mercado informal no se preocupa de complejas regulaciones sanitarias y de seguridad, ni de pagar unos impuestos que sólo limitarían sus ganancias, por lo que siempre podrá ofrecer cannabis a precios más bajos.

Por no hablar de la oferta de productos ilegales, como comestibles que contienen hachís (cosa prohibida por ley), que se facilita al haber droga disponible y consumidores más confiados, ya que la ley otorga una especie de “bendición estatal” sobre un producto del que antes se desconfiaba.

Entonces se empieza a ver en Canadá, como ya sucedió en California, que si se ofrece mariguana legal, en el mediano plazo se crean más distribuidores ilegales de la droga, y se empuja a los vendedores registrados a que equiparen su producto al del mercado negro: reforzando sus efectos (y por tanto su potencial daño para la salud), bajando los precios, aligerando carga fiscal, etc.

De modo que se termina en una paradoja tragicómica: la manera de hacer desaparecer el mercado clandestino consistiría en lograr que el mercado regulado se parezca más a él… y si esto no es que a uno le salga el tiro por la culata, se le parece mucho. Tanto, que no puede ser tomado a la ligera.

Ingeniero@carlosmayorare