Lo de Güija no es un juego

Como salvadoreños deberíamos estar preocupados por lo que sucede más allá de nuestras fronteras, donde la minería y otras prácticas depredadoras del medio ambiente se llevan a cabo con total impunidad y peor aún con la bendición del gobierno guatemalteco. La minería en el Cerro Blanco, en Asunción Mita, amenaza al lago de Güija, su ecosistema y a tres millones de salvadoreños; no se vale quedar de brazos cruzados. Ya se están manifestando indicios de la contaminación letal y silenciosa de afluentes que provienen de esa zona de la mina, y que por falta de lluvias copiosas el veneno estaba estancado en pozas, pero ahora con las lluvias y las fuertes corrientes de los ríos, todos esos tóxicos han desembocado al lago que comparten aguas El Salvador y Guatemala. Más de 200 quintales de peces (Oreochromis Niloticus comúnmente llamada Tilapia) envenenados flotando, una imagen nunca antes vista que recientemente publicó el Diario de Hoy, una gran pérdida económica ya que eran peces cultivados en dicho lago para el consumo del mercado local, por la falta de oxígeno, o anoxia como lo definen los científicos, provocada por el envenenamiento de ríos y aguas termales de la actividad de la minería.

El Vicepresidente de El Salvador, Félix Ulloa ha tomado cartas en el asunto: por estar muy cerca del plan Trifinio, integrado por Guatemala, Honduras y El Salvador, ha solicitado informes ambientales sobre el grado de contaminación hasta el momento del Lago de Güija, pero no recibe respuesta del lado guatemalteco, mientras las empresas mineras pujan por obtener el permiso del 100% para la operación minera de las autoridades guatemaltecas, eso significaría un grave riesgo para el río Lempa y los salvadoreños.

Bien hace el vicepresidente de la República en estar ojo al Cristo; ha tomado una gran responsabilidad y sin duda hará un papel de liderazgo en defender la soberanía del lago de Güija y del río Lempa, méritos más grandes que los que pueda obtener con el equipo Ad Hoc, evitar una catástrofe ambiental en el Lempa se escribirá en letras de oro en la memoria histórica nacional. Debe prevalecer el bienestar del pueblo salvadoreño, su salud y garantizar la óptima calidad del recurso hídrico de consumo. La Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos de El Salvador está observado y actuando ante esta sería amenaza para la población y el riesgo de que el río Lempa llegue a morir por la contaminación de sus aguas. Por eso siguen muy de cerca las acciones que lleva la Cancillería y la Vicepresidencia para que le pidan al gobierno guatemalteco un freno de inmediato al proyecto minero del Cerro Blanco. Están encendidas las alarmas ambientales, las organizaciones ambientales se activaron, sin duda la trinchera debe ser el Plan Trifinio. Organismos internacionales como el BID, el BCIE, la OEA, la cooperación Alemana, deben respaldar la postura de El Salvador porque muchas personas están en riego, no es un juego.

Publicista y ambientalista/Chmendia