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El espacio ganado

La ciudad no debe ser una trampa mortal para nuestra movilidad. Aquellos malos ciudadanos que roban bienes públicos como tapaderas de alcantarillas, tragantes, basureros y los venden a las fundidoras deben ser sancionados al igual de quienes revenden lo robado. Son bienes públicos y ese acto no debe quedar en la impunidad.

Por Carlos Francisco Imendia

Por el crecimiento de la ciudad, el área urbana, el aumento del parque vehicular, las personas hemos perdido espacios, aceras que fueron cercenadas para ensanchar una calle y que fluyan la mayor cantidad de vehículos, los famosos andenes con cualquier tipo de obstrucción indebida y no regulada como debería de ser. Ahora los andenes son parqueos y el peatón debe salir a la calle, exponiéndose a ser atropellado, y en la expresión más vil de anarquía, los motociclistas violentan las aceras sin ningún temor a ser reprendidos por la autoridad y ser multados.


Algunas construcciones obligan al peatón a usar un poco de lo que le pertenece: el derecho a caminar libremente sin ningún obstáculo, pero es relativo; ya que hay una pugna incomprensible entre el derecho al peatón y el derecho del ciudadano con vehículo, el cual siempre reclama más por derecho a espacio, parqueo, etc. Ahora bien, se suman a este reclamo las motocicletas con el famoso tercer carril que dejan en medio los vehículos; hay más personas que usan este tipo de movilidad.

Durante los últimos años las personas han perdido espacios; sin embargo, hasta ahora la visión peatonal está cambiando. Pero no quiero olvidar un espacio ciudadano muy querido por los capitalinos, una política municipal de éxito, que nació por medio del ex alcalde de San Salvador, Dr. Armando Calderón Sol (QDDG), que a principios de los Años Noventa lanzó la famosa ciclovía del Bulevar Constitución, más de un kilómetro reservado para la recreación de los capitalinos, política que aún sigue vigente pese a los credos políticos de alcaldes de turno y que ha venido evolucionando y arrastrando éxito y nostalgia, ya que varias generaciones han gozado de ese espacio de esparcimiento dominical. Un ejemplo de un espacio ganado por la ciudadanía, deberíamos preocuparnos de que dicha ciclovía desapareciera en el tiempo por una percepción de obsolescencia, pero lo que ella hace es fortalecerse más y los alcaldes de turno encuentran una oportunidad para innovar y hacerla más atractiva en su gestión.


El peatón gana terreno y muestra de ello son más calles libres y limpias en el centro capitalino, que motivan a que la población vaya a caminar, hacer turismo y a ejercitarse como la famosa calle Rubén Darío, que estaba congestionada de ventas y era un verdadera pesadilla peatonal.

Parte de las sugerencias de los organismos internacionales, como el BID, es que se vuelvan las ciudades más peatonales y que el parque vehicular disminuya , así como la dependencia de los combustibles fósiles que generan grandes emisiones de gases de Efecto invernadero y contribuyen al cambio climático.


Además sugieren que se use la movilidad eléctrica y que se recurra a la bicicleta como medio alterno para movilizarse y que la ciudad preste las condiciones. Debemos reconocer que ese paso ya se está dando con los nuevos circuitos de ciclovías en la capital y que también por medio de actividades promovidas por entidades ya se está estimulando el uso y el respeto de las mismas. En buena hora se ha avanzado en ese sentido. Sigamos defendiendo esos espacios beneficiosos para el medio ambiente y la salud.


La ciudad no debe ser una trampa mortal para nuestra movilidad. Aquellos malos ciudadanos que roban bienes públicos como tapaderas de alcantarillas, tragantes, basureros y los venden a las fundidoras deben ser sancionados al igual de quienes revenden lo robado. Son bienes públicos y ese acto no debe quedar en la impunidad.


¿Por qué las aceras no pueden contar con un mantenimiento periódico como las calles? Se debería destinar fondos para su reparación y su adecuación al peatón, así como la debida iluminación, caminar no es de pobres, ni es un retroceso; por el contrario, es una muestra de que la ciudad es sostenible, segura y pujante, y que todos los implicados en el diseño de la nueva ciudad moderna la adecuen para caminar y movilizarse tranquilamente.

Todo esto implica también tomar acciones inclusivas con las personas discapacitadas.Es de reconocer que durante gobiernos anteriores hubo pasos importantes: como el circuito de aceras para ciegos e incluso semáforos para ciegos (De los cuales muy pocos funcionan ya). Porque para muchos discapacitados aún es un infierno y un peligro movilizarse en nuestra capital.


No usar una pasarela es despreciar un espacio ganado, se deben usar, cuantas pasarelas han sido demolidas o desmanteladas, eso es perder un espacio ganado, no lo debemos permitir.


Los mismos parques y lugares públicos de recreación deben cuidarse y mantenerse, porque son espacios para la ciudadanía, en algunas colonias ante el desuso de parques que se vuelven guarida de vagabundos mejor prefieren convertirlos en parqueos. Eso es retroceder.

La ciudadanía debe recuperar espacios (calles, parques, plazas y aceras), la ciudad es para la gente no para los vehículos. Los vehículos son un medio para movilizarnos, pero hoy en día tanto vehículo es un impedimento para la libre movilidad.

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