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La historia es implacable

El General Hernández Martínez fortaleció a la Fuerza Armada y a los cuerpos de seguridad y con ello aplacó agresivamente a todos aquellos ciudadanos que, a su juicio, eran sus detractores u opositores a su gestión, decretando la muerte para cualquiera que se levantase contra el régimen.

Por Jaime Ramírez Ortega
Abogado y teólogo

Cuando se habla del General Maximiliano Hernández Martínez (1932-1944) rara vez se recuerda al hombre que fue honesto en términos de manejo de los fondos públicos, dado que en ese sentido no permitió que ninguno de sus funcionarios públicos robara, ni él tuvo la osadía de meter la mano en los recursos del Estado para financiar su vida privada o para aumentar su patrimonio familiar ni se hizo de fincas, ni empresas personales que tuvieran la subvención del Estado, ni uso los recursos públicos para hacerse publicidad así mismo, es decir mantuvo un perfil austero. 

En su gestión, se pudieron concretar la creación del Banco Central de Reserva y el Banco Hipotecario, se fundó para el campesinado la Federación de Cajas de Crédito Rural, se ejecutaron proyectos de construcción de vivienda asequible para obreros.

En cuanto a las obras públicas, se construyeron carreteras en todo el país interconectando los diferentes departamentos para que fluyera de mejor manera el comercio, entre ellas la carretera Panamericana; el Estadio Nacional de la Flor Blanca, hoy estadio Jorge "Mágico" González, donde en aquella época se celebraron los Terceros Juegos Deportivos Centroamericanos. Se construyeron edificios modernos como el del Telégrafo, el Castillo de la PNC y espectaculares puentes, como el Cuscatlán sobre el río Lempa en 1942, entre otras obras. Todo ello lo ejecutó el General Hernández Martínez sin acceder a ningún empréstito y sin aumentar la deuda soberana.

Pero su obra más laureada fue la eliminación de la delincuencia y los delitos comunes, todo aquel que cometía un crimen, le aplicaban de inmediato la ley de la mutilación de un dedo o la mano. Pero todo ello es opacado e ignorado frente a los actos de lesa humanidad que fueron atribuidos a su gestión. 

El General Hernández Martínez fortaleció a la Fuerza Armada y a los cuerpos de seguridad y con ello aplacó agresivamente a todos aquellos ciudadanos que, a su juicio, eran sus detractores u opositores a su gestión, decretando la muerte para cualquiera que se levantase contra el régimen. Gozaba de una popularidad muy alta, pero al final no se sabe si era por su gestión o si en realidad le temían por la severidad con la que actuaba. Sus más fieles defensores fueron sus empleados.

Cuando se lee las páginas de la historia se recuerda al tirano que ordenó la matanza de 25,000 indígenas que se levantaron contra su gobierno en 1932, y sus políticas eran apegadas a sus creencias teosóficas, quien era conocido como el "mago de las aguas azules", de modo que detrás de cada decisión estatal estaba su pensamiento místico. También es recordado por ser una persona que no respeto las reglas constitucionales, que le prohibían la reelección continua. Es así como el 15 de noviembre de 1938, pulverizó la Constitución liberal de 1886 y cuando se instaló la Asamblea Nacional que era controlada por Hernández Martínez, les ordenó redactar una nueva Constitución que le permitiera mantenerse en el poder. 

El abogado Hermogénes Alvarado, valientemente le expuso al General las repercusiones legales, sino se respetaba el imperio de la Constitución. "Una de ellas -le dice- sería la de ofrecer motivo para que se suponga que el interesante problema de emitir una nueva constitución, no se plantea a instancias de un verdadero anhelo del pueblo, sino que como medio o recurso para hacer posible únicamente la prórroga de poderes otorgados a Ud. Por 4 años, en virtud de su triunfo electoral de 1935".

Contra todas las advertencias, el 20 de enero de 1939, la Asamblea Nacional decreta la nueva Constitución a la medida de Hernández Martínez. En su Art. 91 dice que "excepcionalmente, y por exigirlo así los intereses nacionales", el presidente será electo por los diputados dela constituyente. "Sin que, por esta única vez, tengan aplicación las incapacidades a que se refiere el artículo 94". ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol. (Eclesiastés 1:9).

No hay nada nuevo en el país, la historia se repite.

TikTok: @Jaimerami26

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Dictadura Maximiliano Hernández Martínez Opinión

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