Nuevos beatos salvadoreños

El Salvador, Guatemala y muchos otros países se han convertido en tierras de mártires. El testimonio vivo de estos mártires ha fortalecido la fe del pueblo

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Solo los primeros 45 minutos se pudieron jugar en Santa Rosa de Lima. El partido se suspendió por lluvia. Foto EDH Cortesía Limeño

Por Oscar Rodríguez Blanco

2021-09-26 4:21:14

El “Martirologio” de la Iglesia Católica recoge miles de nombres de hombres y mujeres que han sido martirizados en diversos lugares por defender su fe. Se cuenta con actas y testimonios verídicos que nos hablan de la forma cómo fueron martirizados. El Papa Francisco dice que hoy “la persecución que sufren los cristianos es mayor e igual de cruel que la que se vivió en los primeros siglos de la cristiandad”. El apóstol y evangelista San Juan nos señala que la fidelidad a Dios tiene un precio: “Les he dicho todo esto para que no fallen. Los expulsarán de la sinagoga. Llegará un tiempo en que quien los mate piense que está dando culto a Dios” (Juan 16, 1-2). Es una realidad que hoy día no está ausente en la Iglesia universal. El Salvador no es la excepción.
La feligresía salvadoreña ha recibido con gozo una hermosa, esperada y gozosa noticia: el Papa Francisco ha aprobado la beatificación de cuatro nuevos mártires. Ellos son los sacerdotes Rutilio Grande (SJ), el Padre Cosme Spessotto (OFM), el señor Manuel Solórzano y el joven Nelson Lemus. Estos testigos de la fe fueron brutalmente asesinados sin que existiera un motivo justo, solo predicaban el Evangelio y hacían el bien. Se añaden a San Oscar Arnulfo Romero, que amó, defendió y protegió a los que eran víctimas del odio y la violencia. La beatificación se realizará el 22 de enero del 2022. Serán beatificados por el Cardenal Gregorio Rosa Chávez.
El Padre Rutilio fue asesinado en marzo de 1977 cuando iba a celebrar la Santa Eucaristía en compañía Don Manuel y el joven Nelson. Su vehículo fue emboscado por las fuerzas del mal. Fray Cosme Spessotto fue un celoso pastor franciscano. Su asesinato se ejecutó en junio de 1980 en el templo parroquial de San Juan Nonualco mientras se preparaba para celebrar misa. Había nacido en Treviso, Italia. Desde 1950 había llegado a El Salvador. Fundó una escuela parroquial y trabajó incansablemente por el bien de su pueblo. Antes de su asesinato había escrito en su testamento espiritual: “Morir como mártir sería una gracia que no merezco”.
Las persecuciones en la Iglesia se han dado desde su origen, cuando perseguían y martirizaban cruelmente a los primeros cristianos. El Salvador, Guatemala y muchos otros países se han convertido en tierras de mártires. El testimonio vivo de estos mártires ha fortalecido la fe del pueblo pues son muchos cristianos que son objeto de burlas y absurdas acusaciones por defender su fe, su libertad y sus ideas, son boicoteados y obstaculizados al salir a evangelizar. No hay duda de que esto es también una persecución camuflada.
Desde que Cristo fue colgado en la cruz, su Iglesia empezó a ser perseguida. “Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán” (Juan 15,18-21). Eso mismo ha sucedido en esta nación rica en su fe y en la valentía de sus cristianos. Esta fue la convicción de estos nuevos mártires, que en un tiempo de turbulencias políticas y persecución directa a la Iglesia no tuvieron miedo de dar su vida por Cristo y su Evangelio. Somos seguidores de Cristo, y como nos dice el Papa Francisco, “que Dios nos done siempre la fuerza de ser sus testigos. Nos done vivir la esperanza cristiana sobre todo en el martirio escondido de hacer bien y con amor nuestros deberes de cada día”.
Sacerdote salesiano.