Manual de instrucciones

No debería ser necesario tener que recordarle a los políticos que eviten la pinta y pega… y sin embargo, las piedras y postes que por décadas lucieron recordatorios de que urgía Carlos Remberto indican que por básicas que sean, las lecciones de sentido común aún nos hacen falta.

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Cristina Aldama Calles es desde hace dos años la directora de la Cooperación Española en El Salvador. Foto EDH / Oscar Iraheta

Por Cristina Lopez

2019-11-24 11:15:06

Basada únicamente en mi limitadísima experiencia, diría que la humanidad está dividida en dos tipos de persona: los que leen los manuales de instrucciones y los que no. Entre los que no, también se encuentra la subcategoría a la que pertenecen aquellos que guardan los manuales sin leer, por si acaso, en la gaveta que probablemente existe en más de un hogar y que termina siendo el destino final de manuales de instrucción, clips, pilas, hules, cargadores de celulares que ya no están en el mercado, monedas de un centavo de colón, y demás basura en espera de su “por si acaso”.

Y hay ciertas cosas para las que el estilo improvisatorio de no leer el manual y afrontar retos a la brava es perfectamente válido: lo peor que puede pasar si no se lee cada línea del manual de instrucciones para una licuadora es que nos perderemos de la posibilidad de fabricar complejos bechameles y salsas holandesas, pero en general, lo básico se puede intuir. Pero hay cosas para las que, el riesgo de saltarse las instrucciones e improvisar sin guía puede pagarse caro. Y aunque uno pensaría que quienes llegan a cargos cuyas tareas tienen consecuencias que pesan sobre millones de personas no son quienes afrontan sus cargos a la brava, las últimas décadas de la política nacional parecen ser evidencia de que muy pocos se han tomado el tiempo de leer las instrucciones.

Las instrucciones, en el caso de un sistema republicano de gobierno como lo es el de El Salvador, se encuentran explícitas en la Constitución de la República y las demás leyes de nuestro ordenamiento jurídico. Los servidores públicos en especial no tienen más opción que leer las instrucciones, puesto que el poder que derivan de sus cargos está limitado única y exclusivamente a lo que específicamente les permite hacer el ordenamiento jurídico. Pero pareciera que las últimas generaciones de políticos en nuestro país han tratado nuestro manual de instrucciones como si fueran los términos y condiciones de una aplicación de teléfono celular: algo a lo que accedemos sin leer, porque la pereza de leer pesa más que los beneficios adquiridos.

Por lo anterior es que me parece especialmente oportuna la campaña que ha lanzado el naciente partido político salvadoreño “Nuestro Tiempo”, donde, sin ir muy lejos y sin entrar en materias de complejidad a nivel constitucional o legal, han puesto en un manual de instrucciones las reglas más básicas que debería respetar cualquier persona interesada en hacer política por las razones correctas. Estructuraron el manual en negativo: “Cómo NO hacer política en el siglo 21”, probablemente porque haberlo estructurado en positivo le habría hecho creer a muchos que no necesitan el manual porque ya saben cómo hacer política. Muchos de los recordatorios que incluye el manual suenan increíblemente específicos para nuestros políticos nacionales, como el que invita al político lector a que recuerde separar sus finanzas, no vaya a ser que confunda lo suyo con lo del partido o con lo del pueblo, como parece haberle pasado a quienes repartieron “saquitos” de dinero de manera ilícita.

Pero desafortunadamente, las instrucciones del manual son no sólo básicas, sino también de sentido común. No debería ser necesario tener que recordarle a los políticos que eviten la pinta y pega… y sin embargo, las piedras y postes que por décadas lucieron recordatorios de que urgía Carlos Remberto indican que por básicas que sean, las lecciones de sentido común aún nos hacen falta. Más que instrucciones para aprender que es lo que hay que evitar al hacer política en el siglo 21, la campaña de Nuestro Tiempo es simplemente, cómo buscar, conseguir y manejar el poder con decencia.

Lic. en Derecho de ESEN, con maestría en Políticas Públicas de Georgetown University.
@crislopezg