Madre María Dolores y ANDA

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Miembros del Equipo Impulsor junto a los expertos chilenos, Alberto Prech (primero de la izquierda) y Marcela Montero (de negro) Foto/ Archivo

Por Teresa Guevara de López

2019-06-09 4:40:55

Aunque nunca tuve el gusto de platicar con la Madre María Dolores, para los que visitábamos la Policlínica Salvadoreña era una de las figuras más conocidas entre las religiosas carmelitas que atendían, con el amor y dedicación que es la característica más evidente de quienes cumplen con su misión por amor de Dios y al prójimo. Su paso ágil recorriendo los pasillos del hospital y su simpática sonrisa al visitar a pacientes y visitantes han vuelto a mi memoria al leer un interesante reportaje en El Diario de Hoy sobre la extraordinaria labor que ha desempeñado en los 32 años transcurridos desde que dejó la policlínica.

Madre María Dolores tiene hoy 91 años, pero mantiene el mismo entusiasmo al relatar que salió del hospital, destruido por el terremoto de 1986, con 12 colones en la bolsa y su confianza en la providencia de Dios, que pronto se manifestó con el donativo de don Ricardo Meléndez de unos terrenos en Soyapango, donde comenzó en una bodega, con otras hermanas de la congregación, a dar consultas de medicina general a personas de escasos recursos de la zona.

Y como ocurre siempre cuando se pone toda la confianza en Dios, recibieron el apoyo de miembros de la familia Sol Meza, quienes ayudaron a la construcción de la Clínica El Carmelo y les donaron un vehículo. Con los problemas que trajo la guerra civil, tuvieron que dejar de ayudar a personas en Plan del Pino, en Ciudad Delgado, donde tenían su vivienda las religiosas. Don Alfonso Carbonell fue el benefactor que les prestó una casa en la Colonia San Benito, mientras ellas encontraban un lugar seguro para vivir. Posteriormente con el apoyo de la familia Simán y un donativo de Canadá pudieron crecer hasta llegar a lo que es hoy El Carmelo.

Tienen una escuela para 1,400 alumnos y una moderna clínica que atiende a 250 pacientes diarios, con la ayuda de 33 médicos, 8 de ellos en medicina general y 25 en diferentes especialidades. Además de un moderno equipo de resonancia y tomografía computarizada, siendo una de las unidades más recientes la de nefrología para realizar hemodiálisis, que se suma a las más de 20 especialidades, que los pacientes no encuentran en los hospitales de la red pública.

Sin embargo, este ejemplo de amor y dedicación y de una fina sensibilidad social que los cristianos llamamos caridad, tiene un serio problema que Madre Dolores explica así: “Hace varios años unos españoles les ayudaron a construir un pozo, porque solo obtenían agua por medio de pipas. Pero la dificultad que hoy enfrentan es que el pozo fue privatizado (sic) por ANDA y a pesar de estar en terrenos de la clínica, les pasan una factura mensual de $1,000. Y además ANDA saca el agua con la electricidad que nosotros pagamos, cuya factura asciende a $8,000 mensuales”. Ante las quejas de las religiosas, ANDA respondió que si no les parecía, que no utilizaran el agua.

Confieso que decidí escribir esta historia, no solo para destacar la increíble labor de Madre Dolores y sus monjas, sino también esperar que cuando el presidente Bukele nombre al funcionario que presidirá ANDA, se haga justicia a lo que no fue una “privatización” como dice Madre Dolores, sino una expropiación, pero en condiciones totalmente injustas para las Carmelitas que están llenando un vacío que no alcanzan a llenar los hospitales públicos. ¿Servirá de algo esta llamada de atención con las nuevas autoridades de ANDA? ¿Y si se aprueba algún día la famosa ley del agua, sin la participación de representantes del sector privado, quién defenderá a la población de los abusos de ANDA?

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