Macri y la hipocresía rehabilitadora

Macri fue un falso no-populista. Y los argentinos, desencantados de su hipocresía, volvieron a su viejo vicio, lo destronaron y están poniendo en su lugar a sus preferidos, unos populistas descarados.

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Foto: EDH

Por Manuel Hinds

2019-08-15 7:26:12

Una tragedia muy argentina está desenvolviéndose en este momento, otra vez, con distintos actores, con un libreto diferente, pero con un tema subyacente que no ha cambiado por casi un siglo: la triste decadencia de Argentina, que se ha ido hundiendo, no como en el mar, de un solo, sino lentamente, como en una arena movediza.

En 1923, el ingreso por habitante de Argentina era el 123% del de Alemania. De allí ese número ha caído continuamente, con la excepción de un pico al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando Alemania quedó destruida. Para 2016, era ya sólo del 42%.

Hay un consenso, aun en Argentina, de que este triste desempeño, el del único país que ha pasado de ser desarrollado a subdesarrollado, se ha debido a que Argentina cayó en manos de caciques populistas en los Años Veinte y nunca logró salirse de esa maldición a pesar de que varios gobiernos militares trataron de introducir orden. Pero la expresión “cayó en manos de” puede usarse cuando esto pasa una vez, a lo más dos veces.
El problema de Argentina obviamente no es resultado de un accidente. Los votantes han mostrado una preferencia permanente por los populistas y una gran resistencia a aprender de los desastres a los que ésta preferencia los han llevado.

Para Argentina, los populistas son como la droga para los drogadictos: un vicio que los destruye pero que no pueden abandonar. El vicio se manifestó por enésima vez el domingo 11 de agosto recién pasado: Mauricio Macri, que había subido al poder en 2015 siendo el primer presidente libremente electo que no provenía de ninguno de los partidos populistas —no era ni radical ni peronista— y que en un momento se perfiló como el líder latinoamericano de centroderecha, perdió las elecciones llamadas primarias, que son en realidad como una primera vuelta. Él sacó 32%; el rival, Alberto Fernández, 47%. Ya es casi cierto que ha perdido las elecciones. Así, increíblemente, después de haber abjurado de los populistas en 2015, los argentinos han tornado hacia Fernández, que es un connotado populista. Ha prometido, por ejemplo, no pagar los intereses de la deuda del Banco Central para tener dinero para otros gastos. Pero además, todavía más increíblemente, los argentinos están por llevar de vuelta al poder a una de las más grandes populistas de la historia argentina, la que rechazaron por Macri, Cristina Kirchner, que viene como vicepresidenta de Fernández.

Para completar el cuadro de una buena parrillada, los argentinos mismos reaccionaron con pánico a lo que acababan de hacer: el peso y las inversiones argentinas colapsaron, igual que han colapsado aproximadamente cada 20 años, con algunas crisis separadas por sólo 10 años. Es como un drogadicto que ha sido llevado a un instituto de rehabilitación y que al regresar tiene una orgía de drogas. Pero, visto con más detalle, se puede observar que el instituto al que llevaron al pueblo argentino no era de rehabilitación.

Macri, que juró resolver los problemas del populismo de la Kirchner, se volvió populista igual que ella: aumentó la deuda del gobierno en $92 mil millones, incluyendo un préstamo de más de $50 mil millones que le dio el Fondo Monetario Internacional para que estabilizara la economía, según ellos; subió la tasa de inflación de 28 a 55% y causó dos crisis monetarias porque, igual que todos los populistas, creyó que imprimir dinero era algo muy moderno e inteligente. Ahora, aunque Argentina puede crear pesos, y en realidad porque lo ha creado como marinero borracho, el país está en una crisis que no puede resolverse si no consigue dólares. Más en una crisis, la gente quiere dólares y usa los pesos argentinos para comprar dólares. Mientras más pesos crean, menos reservas de dólares tienen.

Así, pues, Macri fue un falso no-populista. Y los argentinos, desencantados de su hipocresía, volvieron a su viejo vicio, lo destronaron y están poniendo en su lugar a sus preferidos, unos populistas descarados. ¿Por qué caen los argentinos en esto? Porque para ellos son irresistibles los políticos que les confirman que se merecen todo sin tener que hacer un esfuerzo extra, y que el o la caudillo se los va a dar. Cien años de esto y todavía no se dan cuenta de lo que les hacen.

Máster en EconomíaNorthwestern University.