Los sentimientos de Jesucristo

Hay detalles y aspectos que sí sabemos, como que tenía una personalidad atractiva y un magnetismo especial. Lo podemos evidenciar cuando llama a sus cuatro primeros discípulos y éstos lo siguen sin titubear. No hubo un razonamiento, solo los llama y ellos lo siguen

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Milton Molina de Isidro Metapán, se barre ante la llegada de Nicolás Muñoz de CD El Vencedor en partido de la fecha 14 del Apertura 2019 en el Estadio Sergio Torres Rivera de Usulután. Foto EDH / Jorge Reyes

Por Rolando Siman

2019-10-18 6:36:17

Muy poco nos cuentan los evangelios sobre la niñez, la vida adulta y sobre todo de los sentimientos de ese Jesús que nació hace 2000 años.
Sabemos que nació en la ciudad de David, en Belén de Judea, y que al octavo día lo circuncidaron y lo llamaron Jesús. Las escrituras también nos ilustran que nació en un contexto complicado, por lo que ante la amenaza de rey Herodes, José, el esposo de María, “tomó de noche al niño y a su madre y se retiró a Egipto”, según Mateo 2:14.
Más adelante, la Palabra nos dice que “el Niño crecía, se fortalecía y se iba llenando de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre Él”, en Lucas 2:40.
Pero después de eso no sabemos nada más durante su niñez hasta que cumple 12 años, cuando sube a Jerusalén por la fiesta de la Pascua y sus padres “lo encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y haciéndoles preguntas”. Aún así, nada sabemos de cómo era este jovencito, cómo jugaba con sus amiguitos, cómo era su carácter.
Tampoco sabemos de su adolescencia hasta llegar a su vida adulta, sino hasta que “se presentó en el Jordán, a donde Juan para ser bautizado por él”, según relata Mateo 3:13.
Sin embargo, hay detalles y aspectos que sí sabemos, como que tenía una personalidad atractiva y un magnetismo especial. Lo podemos evidenciar cuando llama a sus cuatro primeros discípulos y éstos lo siguen sin titubear. No hubo un razonamiento, solo los llama y ellos lo siguen. “Caminando por la ribera del mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón llamado Pedro, y a su hermano Andrés, largando las redes en el mar, pues eran pescadores. Les dijo: Venid conmigo y os haré pescadores de hombres?. Ellos dejaron las redes al instante y le siguieron”, leemos en Mateo 4:18-20.
Otro sentimiento que sabemos habitaba en Él era el cariño especial por los niños: “Entonces le fueron presentados unos niños para que les impusiera las manos y orase; pero los discípulos les reñían. Mas Jesús les dijo: ?Dejad que los niños vengan a mí; y no se lo impidáis, porque de los que son como estos es el Reino de los Cielos?”.
Pero, más allá de esto ¿cuáles eran los sentimientos más humanos de Jesús? Hay un suceso en su vida en el que podemos apreciar a Jesús, el hombre con sentimientos. Está en un bello pasaje al que no se le da suficiente énfasis, por el milagro trascendental que lo acompaña y después del cual los fariseos buscaban su muerte. Sucede cuando Lázaro muere y Jesús llega a Betania, su hermana María “cae a sus pies y le dijo: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”. El relato revela que Jesús, al verla llorar a ella y otros que estaban allí, se conmovió, se alteró y preguntó dónde estaba el cuerpo, y la Biblia relata que “Jesús se conmovió entre lágrimas. Los judíos comentaron entonces: ?Mirad cómo le quería?”.
Por eso, aunque poco se nos cuenta de Jesús, en este pasaje lo vemos con sentimientos humanos como los nuestros, vemos un hombre que llora por la pérdida de un ser querido. Es Jesús, nuestro amigo. Como dice Juan 15:13-15: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por los amigos. A ustedes los he llamado amigos porque les he dado a conocer todo lo que escuché a mi Padre”.
Solo así podremos comprender a ese Jesús Dios, Hijo de Dios, nuestro Mesías y su mensaje de salvación.

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