Los retos de la nueva Canciller

Si se procura que El Salvador obtenga, a través de la diplomacia, mejores oportunidades de cooperación, inversión y comercio, el Presidente electo deberá sentar un precedente en la elección de los nuevos embajadores.

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Marcela Zamora, Ima Guirola, Rubén Zamora y David Morales durante el conversatorio sobre Ley de Reconciliación . Foto EDH / José Zometa

Por José Miguel Arévalo Rengifo

2019-05-23 7:26:54

El nuevo Gobierno enfrentará grandes retos en política exterior. Deberá recuperar la imagen de El Salvador en el ámbito internacional, luego de que el gobierno saliente defendiera repetidamente ante la ONU y la OEA a regímenes totalitarios como el de Venezuela, Nicaragua y Cuba. Además, deberá propiciar una mejor relación con países claves para el interés nacional con los que hay un sensible desgaste, como EE.UU. y Brasil.

Los primeros mensajes del Presidente electo y de la nueva Canciller en materia de política exterior han empezado a regenerar algún tejido dañado, sin dejar de despertar cierta duda y preocupación sobre la relación que se manejará a nivel del SICA, particularmente con Nicaragua y Honduras.

El Gobierno necesitará de todo un equipo de expertos diplomáticos y embajadores para que El Salvador recupere su prestigio internacional y resuelva con acierto las cuestiones internacionales. En ese sentido, se considera muy positivo el primer nombramiento de este tipo realizado por el Presidente electo: la nueva Embajadora ante la ONU, una diplomática de carrera con amplia trayectoria en el extranjero.

Es una realidad que más del setenta por ciento de nuestros embajadores en el exterior no pertenece a la carrera diplomática y prevalece el nombramiento de cargos por amistad o afinidad política. Un estudio finalizado a mediados del 2017 muestra que únicamente once de cuarenta embajadores salvadoreños acreditados en el exterior pertenecían a la carrera diplomática. Se debe reconocer que hay personas que sin pertenecer a la carrera podrían hacer un excelente trabajo representando al país, pero estos deben ser casos excepcionales y debidamente justificados.

Gran parte del problema actual se debe a que la Ley Orgánica del Cuerpo Diplomático (LOCD), que regula todo lo relativo a la carrera diplomática en El Salvador, se aprobó hace más de sesenta y siete años, a iniciativa del Órgano Ejecutivo presidido por el coronel Óscar Osorio. Si bien ha sufrido algunas reformas, éstas han sido parciales y superficiales, por lo que en la ley se detectan fácilmente importantes vacíos.

La LOCD sigue reconociendo figuras en desuso, tales como las legaciones, que quedaron prescritas luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial. Además, los requisitos para ingresar a la carrera diplomática son obsoletos, por corresponder al contexto de la época en la que se aprobó la ley. Por estos y otros motivos, la LOCD no establece criterios de idoneidad efectivos, lo cual dificulta hacer un buen proceso de selección y exclusión de los aspirantes a la carrera diplomática. Adicionalmente, el ingreso a la carrera está reservado para funcionarios y empleados del Ministerio de Relaciones Exteriores, lo que no permite competir a otros ciudadanos con igual o mayor preparación y capacidad.

Asimismo, la LOCD deja por fuera aspectos esenciales para la institucionalidad y el fortalecimiento de la carrera diplomática, tales como la rotación en el servicio exterior. Al no haber un plazo máximo de servicio en el extranjero, se conoce el caso de algunos exembajadores, en gobiernos anteriores, que incluso llegaron a perder el acento salvadoreño y adoptaron un acento extranjero.

El rol del instituto de formación diplomática es también preponderante. En el país, una apuesta tan acertada como el IEESFORD debe ser mejor aprovechada y vinculada a la carrera diplomática. Esto incluye un replanteamiento del perfil profesional de la persona que dirigirá dicho instituto, quien debería ser un diplomático de la categoría más alta del escalafón, de comprobada ética y competencia, tal como ocurre en los países más avanzados en la materia.

Si se procura que El Salvador obtenga, a través de la diplomacia, mejores oportunidades de cooperación, inversión y comercio, el Presidente electo deberá sentar un precedente en la elección de los nuevos embajadores. Además, en conjunto con el Ministerio de Relaciones Exteriores, bajo el liderazgo de la nueva Canciller, deberá emprenderse un esfuerzo serio por impulsar una propuesta de ley integral que sustituya a la LOCD y que permita institucionalizar y profesionalizar al servicio diplomático de carrera. Sólo así podremos contar con un servicio exterior que responda a una visión nacional y a objetivos que trasciendan los cambios políticos.

Maestro en Diplomacia del IEESFORD.

@Arévalo_Rengifo