De nuevo la plaza con su torre y sus banderas

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El artista Nelson Bolaños, mejor conocido como NB EL YEKA, había llegado a El Salvador para conquistar las discotecas y sus fanáticos. Foto/ Redes Sociales

Por Carlos Balaguer

2021-10-19 4:40:52

Después de abandonar el imaginario reino de Isis Bel, el Ladrón de la Historia juró no volver a hurtar a otros su felicidad. Durante el trayecto de ida empezó a sonreír al ver celajes y mariposas y al escuchar el rumor del río. Los celajes alumbraban su camino; las mariposas le enseñaban a volar y el río a cantar dulces canciones. Había obtenido la gracia de la sinrazón. Devolviendo al mundo la felicidad robada, había obtenido su propia felicidad. “Sólo el amor de la pastora es mi única fortuna”-dijo para sí mismo. Entre tanto, la plaza de la ciudad lejana volvió a tener su torre, su reloj, sus palomas y banderas en el viento. La escultura de oro de la patria había vuelto a sonreír al cielo. Se cuenta que el famoso ladrón robó al Tiempo la eternidad para vagar por toda la galaxia, devolviendo estrellas a la Creación. Isis Bel siguió pastando sus cabras e inventando historias felices. Desde entonces el ladrón de la leyenda ronda el infinito. Suele salir de madrugada, cuando los gallos cantan al último lucero que anuncia el alba. La vida le hizo encontrar el reino interior que le señaló la reina de la baraja, palpando su pecho. Cuando berrean las chivas la pastora sonríe y mira hacia el camino. Un día ha de volver a ella el seductor viajero, robador de perlas e ilusiones. El mismo que -inocente del pasado- las llevó consigo como su mayor tesoro, por toda una eternidad. (y XII) (de: “Fábula del Ladrón de la Historia”)