Censura

Ahí tenemos el caso de España, con su flamante Ministerio de la Verdad, encargado de eliminar supuestos bulos en las redes sociales. España, como país democrático, no va a dejarse ganar por la maquinaria opresora de un gobierno de inútiles

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Los investigadores brasileños constataron que la proteína spike de la nueva cepa tiene una mayor fuerza de interacción molecular con el receptor ACE2. Foto: EFE

Por Alonso Correa

2021-01-05 5:25:07

La censura es algo más de lo que se cree, más de lo que se entiende en su simple definición; puede ser el hecho de no prestarle atención a una publicación porque la persona que la subió no te cae bien o que alguien rechace información de un medio alejado de su espectro opinativo. Vivimos rodeados por la censura. Ella está enredada de manera íntima con nosotros y con nuestra propia conciencia. Estamos creados a partir de la información que otros no censuraron, a partir de la que logró sobrevivir a las oleadas de eliminación. Está tan enterrada en nuestro subconsciente que ya no nos damos cuenta de que está sucediendo.
Pero, a pesar de estar codificada en el ADN de nuestra naturaleza, a pesar de que la censura es algo tan humano como el caminar, no deberíamos dejar que fuera la norma. Existe un valor mucho más grande e importante que también está cifrado en el núcleo de nuestras células: la libertad. En este caso, la de expresión. Poder decir lo que se quiera, cuando se quiera y donde se quiera, sin reproches y sin castigos. Apoyar la libertad es complicado, existen situaciones indefendibles, macabras y repulsivas que ocurren cuando alguien es libre de decir lo que quiera. También entiendo que se pueden decir sandeces y sinsentidos que hubieran quedado mejor guardados en lo más profundo de la mente del que los dijo. Pero no existe nada mejor que el poder opinar acerca de cualquier cosa sin miedo a ser hostigado, sin tener que vivir escondido o escapar del país.
Todo esto viene a raíz de la enorme ola de peticiones de censura a los medios. Miles de ofendidos creen que la mejor forma de combatir una opinión contraria es borrándola. Suponen que, si no la ven, no existe. Por eso ruegan, demandan y exigen que se eliminen entrevistas, declaraciones o discursos que no están alineados con su pensamiento. Reclaman que se suprima la libertad de otros para que solo la suya sea la que impere en la sociedad. Serán los culpables de un futuro negro para todos, porque nadie podrá estar fuera de la línea del pensamiento hegemónico.
Ejemplos de la memez de la censura hay varios. Sacha Baron Cohen, actor británico, agradeció a Facebook cuando implantó su nueva inteligencia artificial para eliminar publicaciones con “información inexacta”; se alegró de esto porque pensaba que a él no le tocaría, creyó que ahora él tendría barra libre para que sus columnas pudiesen atravesar el ciberespacio sin contratiempos, pero no fue así. Le borraron su columna más reciente y eso le indignó, sintió una parte minúscula de lo que lleva pasando desde hace muchos años en China, Corea del Norte, Venezuela o Cuba. Se enteró de la manera difícil que es vivir censurado y con restricciones.
Y es que a nadie le gusta que lo manden a callar. Somos lo que decimos y el silencio no reconforta al miserable. Por eso es por lo que la censura es dañina, causa en el que censura un sentimiento de superioridad arrogante y en el que la sufre un amargo trago de desesperanza. La censura en la democracia no debe tener espacio alguno.
Pero hoy existen excepciones a la regla: ahí tenemos el caso de España, con su flamante Ministerio de la Verdad, encargado de eliminar supuestos bulos en las redes sociales. España, como país democrático, no va a dejarse ganar por la maquinaria opresora de un gobierno de inútiles. Son los mismos gobernantes, los que inventaron el horrendo monstruo censurador, los que dentro de poco caerán en las garras de la supresión y el olvido. [©FIRMAS PRESS]

*Periodista panameño.