La desinformación y la trampa de las fake news

Debemos procurar informarnos responsablemente; para lograrlo, hay que desarrollar el pensamiento crítico

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Foto: AFP

Por David Eleazar Solís Segovia

2020-12-09 6:04:30

Hoy en día los terabytes de información que circulan por la red relatan lo que acontece en el mundo. Desde que despertamos recibimos notificaciones de plataformas que se ajustan a las preferencias del usuario. Así, es relativamente accesible mantenernos al día: las noticias están a un clic de distancia. No obstante, esta ventaja trae repercusiones: hay medios que pueden desinformarnos y, en muchos casos, influenciarnos. En este artículo, pretendo concientizar sobre las fake news.
La amplia variedad de medios de comunicación con la que contamos hoy en día nos beneficia. En primer lugar, permite que más personas se informen: es casi seguro que, mientras revisamos, por ejemplo, las redes sociales, encontraremos noticias y enlaces a otros canales informativos. Además, los hechos se transmiten en tiempo real; minutos después de que ocurra un suceso, habrá multitudes narrándolo y hasta dando su opinión sobre el mismo. Consecuentemente, tendremos acceso a varios puntos de vista, pues podemos comparar la información que varios medios transmiten sobre alguna noticia, en busca de diferencias y similitudes. Esto nos permite conocer mejor los hechos y desarrollar el pensamiento crítico.
Por todas las ventajas mencionadas, sería un completo error limitar la cantidad de medios informativos. Con pocos canales, algunos dominarían el medio y controlarían la información que circula o, al menos, tendrían una importante influencia sobre ella. Este panorama, al bloquear información vital, impediría que parte de la ciudadanía se forme un criterio, lo que, a la larga, violentaría su libertad de expresión. Sin embargo, la excesiva afluencia de información de nuestros tiempos es un arma de doble filo. Muchos medios tergiversan argumentos o manipulan datos, es decir, difunden fake news. Estas pretenden validar cierta visión o, simplemente, confundir a la ciudadanía.
Lo peligroso de este fenómeno es que se ha vuelto cada vez más común, sobre todo en las redes sociales. Ahí, gracias a los algoritmos que generan recomendaciones personalizadas, los internautas pueden llegar a consultar únicamente medios nocivos: al frecuentar cierto canal, las plataformas sugieren otros con contenido similar. De esta manera, sin pensarlo, el público se limita a consumir siempre lo mismo, lo que debilita su criterio. Por ello, si nos descuidamos, la información falsa nos puede persuadir a tomar cierta postura inconscientemente. Esto explica por qué las noticias falsas sirven como medios de propaganda e inciden en los usuarios a tal grado que éstos ofenden y amenazan a quienes cuestionan sus ideas. Con todo esto, se fomenta un pensamiento reactivo que impide el sano intercambio de opiniones.
Lamentablemente, en nuestro país muchos caen con facilidad en estos engaños. Quizá este sea uno de los mayores obstáculos para el diálogo en la región, pues es imperante examinar dónde y cómo nos informamos para generar espacios de debate adecuados. En este sentido, urge solucionar esta problemática para que la variedad de medios enriquezca nuestras posturas, de modo que estas sean firmes, coherentes e impulsen el intercambio de ideas.
Como se abordó antes, lo correcto no es reducir la cantidad de medios que circulan en el país. En consecuencia, debemos procurar informarnos responsablemente; para lograrlo, hay que desarrollar el pensamiento crítico. Esto implica no creer todo lo que oímos, aunque parezca convincente. Igualmente, al acudir a algún canal informativo, debemos cuestionarnos si este omite información sobre algún hecho o la presenta de manera parcializada, para así buscar otras fuentes. Después, al haber contrastado los datos, saquemos nuestras propias conclusiones; no nos conformemos con lo que escuchamos o leemos. De proceder así, aprovecharemos la variedad de recursos disponibles y no caeremos en las trampas de las fake news.

Estudiante, Miembro del Club de Opinión Política Estudiantil (COPE), ESEN