Varias voces (no las suficientes ni todas las que debieran) opinan en contra de la “Ley de Registro de Agentes Extranjeros” que CAPRES ha enviado a la Asamblea. (No digo “proyecto” de ley, porque todo lo que el Confeso Dictador les envía se convierte automáticamente en ley, simplemente porque se le ocurrió, sin esperar los serviles votos de aprobación, sus nutridos aplausos e inmediata publicación en el D.O.).
Imaginé, por el título, que dicha ley regularía el desempeño en nuestro país de la CIA, el Mossad, la KGB, la Gestapo, el FBI y otras entidades similares, catalogadas como “agentes extranjeros”. Incluyendo, claro, a los asesores venezolanos, sirvientes exclusivos de la actual familia presidencial. Pero no, ellos no. Esa ley se refiere a nuestras muy nacionales y ya establecidas ONGs, ampliamente conocidas y reconocidas por las actividades que cada una de ellas realiza, a plena luz del día, en su específico nicho.
¿Que deben estar reguladas? Lo están, desde su institución y debida publicación en el D.O. ¿Que debe actualizarse su legislación? Posiblemente, porque por la globalización y por los cambios surgidos por la pandemia, quizá deban incluirse nuevas formas para ejecutar sus actividades. ¿Que su financiamiento debe ser transparente? Absolutamente, así debe ser y así es. El gobierno debería tomar ejemplo de la amplia información que dichas entidades publican, incluyendo su manejo económico, etc. ¿Que muchas de ellas son críticas al gobierno? Siempre lo han sido, una piedra en el zapato de todos los presidentes, a partir de los acuerdos de paz, y muchas desde antes, señalando lo malo y lo feo de cada situación, exigiendo corregir errores y cumplir nuestra Constitución, leyes y reglamentos. Porque eso es construir ciudadanía, eso es educarnos cívicamente a la población, para que conozcamos en qué país vivimos, cuáles son sus problemas y nos involucremos en la búsqueda de soluciones.
¡Ah, pero eran gobiernos de ARENA/FMLN, culpables incluso de la erupción del Quetzaltepec en 1917! A ellos sí debían criticarles entonces y hacerlos papilla actualmente. Pero al Confeso Dictador sólo se le debe pleitesía, adoración, obediencia ciega y halagos permanentes. Nunca una crítica. Nunca un señalamiento. Nunca una verdad.
¡Qué horror! Vivimos en las distopias que predijeron Huxley y Orwell. Compatriotas, despertemos. Si esta ley se materializa, ¿quién nos dirá la verdad? Sobre los asesinatos y el reinado de las pandillas, sobre el desastre y peligro del chivo wallet. ¿Quién nos mostrará las cuentas nacionales y la absoluta bancarrota provocada por este gobierno? ¿Quién señalará el uso y abuso de los préstamos, aprobados semana a semana por los serviles diputados?
Y, lo más indignante, triste e injusto: ¿quién dará voz a las madres agobiadas por la angustia de no conocer dónde están sus hijos, recibiendo como respuesta oficial la explicación baja e inhumana de que desaparecieron o murieron por sus actividades delincuenciales, acusándoles sin pruebas? ¿Quién se indignará con nosotras, las que acompañamos a esas madres sufrientes y comprendemos y lloramos a su lado, poniéndonos en su lugar, orando al Señor que las fortalezca y las ayude, para que encuentren a sus hijos? Quién, si no esas voces que hablan alto y claro por todos los demás que no tenemos los medios para hacerlo. Por eso quieren silenciarlas, ahora mediante una vergonzosa ley y, posteriormente, quizá por la violencia.
Por Dios, no lo permitamos.
Empresaria.