Libia, ¿espada de Damocles de la Unión Europea?

Los migrantes que cruzan el Mediterráneo semanalmente se han vuelto pesadilla para Europa tras una nueva guerra en Libia, que forma parte de África Norte, que podríamos llamar la frontera sur de Europa.

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Por Pascal Drouhaud

2019-05-11 10:44:20

A tres semanas de las elecciones de los 751 miembros del Parlamento Europeo todavía compuesto de 28 países —el destino de Gran Bretaña se juega en las próximas semanas—, Europa está confrontada a la situación muy sensible de Libia, que revela los límites de la política exterior europea.

Los migrantes que cruzan el Mediterráneo semanalmente se han vuelto pesadilla para Europa tras una nueva guerra en Libia, que forma parte de África Norte, que podríamos llamar la frontera sur de Europa. Por cierto, desde la caída de Muamar Kadafi en 2011, Libia se ha convertido en una zona de tensión fuerte en el norte de África y en el Mediterráneo. Sus consecuencias alimentan un debate en varios países sobre de Europa y sus fronteras.

Libia revela los límites de una política exterior y de seguridad europea que no logra ser el polo estabilizador natural en este espacio geográfico y estratégico para ella. Hoy en día dos gobiernos se oponen: el de Tobruk (Ejército Nacional de Libia) , que tiene el apoyo del Mariscal Haftar, que está en guerra contra el gobierno de Unión Nacional (GNA) asentado en Trípoli y reconocido por la comunidad internacional. A estas dos entidades se agregan varios grupos armadas en el sur de este país de 1.76 millones de kilómetros cuadrados con una población de 6.375 millones de habitantes.

Con sus fronteras con Túnez, Argelia, Nigeria, Chad, Sudán y Egipto, ocupa una posición absolutamente estratégica en un arco de crisis desde varios años. Unos dirán que desde las Primaveras Árabes de 2011, las tensiones aumentaron al ritmo del crecimiento del riesgo integrista islamista. Por cierto, el mariscal Haftar, bien conocido de todos por haber sido un actor en materia de seguridad desde los años 80, supo llamar la atención de París, Moscú, El Cairo, Roma y Riad.

Por cierto, Khalifa Haftar ganó apoyos internacionales haciendo referencias a los terroristas como “takfiri” y “khariji”, términos que llegan al principio de la historia del islam. Esto lo ha posición como la última barrera contra el terrorismo islamista en la región. Obviamente, París sigue de muy cerca la situación en Libia. Su interés consiste someter unos focos yihadistas que podrían volverse como una nueva fuente ser de contagio en Túnez, en Argelia (que vive una transición política desde hace poco), pero también en África Subsahariana.

La situación es potencialmente explosiva: Libia está en relación con varios países estratégicos para Francia: Nigeria, donde está la base militar de operaciones en el Sahel y proveedor de uranio que necesita Francia que produce con fuente nuclear, 75% de su electricidad y 17% de la producción final de energía. Y qué decir de Argelia, que atraviesa un cambio político fuerte, después de la demisión-destitución del expresidente Abdelaziz Buteflika hace un mes, evitando así al país la caída hacia una pesadilla como en el pasado. El otro país es el Chad, clave militar y aliado histórico de Francia en la región, a la par del Sudán que atraviesa momentos sensibles. Y por supuesto, después de años de lucha contra los integristas en Malí, Francia no quiere más riesgos de extensión regional de esta amenaza.

En esto, El Cairo tanto como Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos consideran que el peligro está en Trípoli, con el gobierno de Fayez Al Sarraj, que tiene el apoyo de Turquía y Qatar. El gobierno de Trípoli es el único reconocido por las Naciones Unidas. En este contexto, el mariscal Haftar no está interesado en un proceso electoral al que invita la Unión Europea y escoge la vía de las armas, con una posibilidad de aumento de rivalidades en el Medio Oriente.

En Europa, la situación libia impacta las relaciones entre Francia e Italia, que nunca vio con buenos ojos la intervención de 2011 contra Kadafi. En el campo del petróleo, la compañía nacional italiana que se encarga del petróleo libio toma el grupo francés Total como un elemento de competencia.

La ofensiva de Haftar contra las milicias que apoyan Trípoli fue lanzada el 4 de abril pasado. La situación se revela más compleja de que lo que se había pensado y hoy en día parece haberse llegado a un punto muerto mientras no se logra un arreglo entre las potencias que están en una lucha de influencia.

Para medir el potencial de riesgos, veamos lo que el jefe del gobierno basado en Trípoli, Al Sarraz, en dos periódicos italianos, La Republicca y el Corriere della sera : “No habrá solamente 800.000 migrantes listos para irse, habría libios huyendo de esta guerra mientras en el sur de Libia terroristas del Estado Islámico han retomado sus acciones”.
Esta situación que parece hoy en día congelada es una espada de Damocles por encima de la Unión Europea en plena elección.

Politólogo, especialista francés en relaciones internacionales, presidente de la Asociación Francia-América Latina (LATFRAN).