¿Libertad en un régimen de excepción?

El pasado 15 de septiembre, nuestra república estuvo de júbilo: celebramos 201 años de nuestra ‘independencia’. Pero ¿en realidad alguna vez hemos sido totalmente independientes? La RAE define la independencia como “libertad, especialmente la de un Estado que no es tributario ni depende de otro”. Pero, en lo personal creo que no somos libres, y tampoco independientes.

La libertad política es la capacidad de un Estado para ejercer su libertad política, económica y administrativa sin depender de otros Estados o instituciones formales. Ahora bien, nuestra economía está a años luz de ser independiente. El Banco Central de Reserva reportó que, apenas en los primeros seis meses de este año, se recibió una cifra de 3,779 millones de dólares en remesas; esto es 3.5 % más de lo que se registró en todo el año anterior. Nuestra pequeña economía gira alrededor de las remesas, se gasta en importación mucho más de lo que se genera con la exportación. La canasta básica ha aumentado notoriamente y todo esto es enmascarado; las autoridades nos hacen creer que debemos sentirnos a gusto porque los precios de la gasolina no han subido. La pandemia, los conflictos internacionales como la guerra en Ucrania, los desastres naturales como el huracán Bonnie han adelantado el eminente oleaje de recesión económica que nos viene pisando los talones desde hace mucho tiempo. El Salvador subsiste a base de préstamos internacionales, nos empobrecemos día a día, generamos deuda internacional con números inimaginables, llamarnos independientes en cuanto a nuestra economía es una declaración altamente ignorante.

Libertad política, ¿qué es eso? Nuestra historia política se ha basado desde siempre en pan y circo, en aprovecharse de la ignorancia de las personas y crear campañas políticas con ello. Es una verdadera tristeza. ¿Qué libertad e independencia podemos estar celebrando cuando se han capturado a 52 mil “pandilleros”, entre ellos personas que no tienen antecedentes penales, que no tienen orden de captura, que se dirigían a su trabajo y lastimosamente pasaron a ser una cifra más? ¿Quién defiende a los inocentes? ¿Qué les espera a las nuevas generaciones? ¿Por qué estamos normalizando una atmósfera social donde la incertidumbre sociopolítica nos atormenta diariamente? Es imposible que al ministro de Defensa no le cause ni un poco de remordimiento admitir que se han adquirido lotes de fusiles valorados en 1.2 millones de dólares, mientras escuelas se caen a pedazos por las lluvias y mientras no se invierte ni la mitad del tiempo en mejorar el programa educativo.

 El Salvador no es independiente, Latinoamérica nunca ha sido libre. Vivimos en un ciclo donde nos hacen creer que vamos a poder salir adelante, nos venden ideas nuevas, ideas ‘vanguardistas’ que al final terminan atropellando nuestros derechos, nuestra dignidad, terminan haciéndonos interrumpir el diminuto progreso que pudiéramos adquirir por nosotros mismos. ¿Cómo se sobrevive entre la desesperanza? ¿Cómo podemos celebrar mientras, frente a nuestros ojos, nuestro país se cae a pedazos? No tenemos nada que celebrar, al contrario, debemos estar de luto debido a todo lo que está experimentando nuestro país.

Vamos a tener libertad cuando los inocentes estén de regreso en sus hogares, cuando la canasta básica no tenga precios descabellados, cuando en las escuelas los niños puedan recibir educación de calidad. Seremos independientes cuando tengamos funcionarios que prioricen la economía interna, cuando tengamos representantes gubernamentales que trabajen para el pueblo y no para quedar bien ante otros funcionarios u órganos estatales.

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