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Las tentaciones del diablo

El camino del mal se enfoca en lo fácil, indigno y dudoso. Esa es la razón de su debilidad e insignificancia. El inmediatismo egoísta siempre termina por fracasar, tiene sus días contados y lleva en sí mismo la semilla de su ruina.

Por Mario Vega

El desierto es el crisol de Dios. Con su soledad e inmensidad enseña a la criatura humana lo que no puede aprender con las alegrías de la vida. Su poder para purificar, separar y humillar es la herramienta divina para labrar las grandes almas. Allí fue formado Abraham, Moisés y Juan el Bautista. También Jesús fue al desierto antes de iniciar su vida pública. En la soledad enfrentó sus dudas, temores e inclinaciones. Después de un prolongado ayuno experimentó hambre. Entonces el diablo se acercó para tentarlo.

Le dijo: “Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan”. Antes del desierto Jesús había ido al río Jordán a bautizarse. Allí Dios le habló y le aseguró que era su Hijo. Pero ahora el diablo ponía en duda que eso fuera cierto. ¿Por qué no averiguar la verdad? Bastaría con convertir la piedra en pan para estar seguro de su verdadera identidad. Pero no era una señal la que definiría su identidad, pues, no es el hacer lo que determina el ser. A veces el hacer menoscaba el ser, como en este caso. Son las personas inseguras y apocadas las que necesitan autoafirmarse a cada momento. En su ansiedad de afirmación se enfocan en su imagen, en una excesiva preocupación por lo que los demás piensan de ellos. Todo eso a expensas del ser. Jesús le respondió: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios”. Al rehusarse a demostrar nada optaba por conservar su convicción. La seguridad del conocimiento propio otorga confianza y visión; las claves para una vida con sentido.

Entonces el diablo le mostró los reinos de la tierra y le dijo: “A ti te daré todo este poder, si tú postrado me adorares, todos serán tuyos”. El poder al estilo diabólico es el que se yergue sobre la dominación y destrucción del otro. Los reinos del mundo finalmente llegarán a ser de Jesús, pero por el imperio del amor y el perdón. No por aplastar al oponente, sino por redimirlo y levantarlo. Es la única manera sobre la que se puede construir lo perdurable. La misma oferta del diablo implicaba humillación: “Si postrado me adoras”, poder a expensas de la dignidad. La humillación es un atajo para alcanzar el poder, pero lo que se alcanza es una ilusión porque el verdadero poder sigue en manos de quien somete. Jesús respondió: “Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás”. Él decidió seguir su propio camino, el del dolor y la muerte. De esa manera pagó el precio de reinar.

Entonces el diablo lo llevó a la parte más alta del templo y le dijo: “Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo”. La intención de esa extravagancia era la de impresionar a las personas y ganar fama al corto plazo. Algo tan espectacular sería objeto de muchísimos comentarios. Además, se pondría a prueba la protección de Dios quien había prometido guardar a su pueblo en todos sus pasos. Esto, siempre y cuando, fueran en su voluntad. Por eso, Jesús no estuvo dispuesto a un falso éxito a expensas de la verdad y respondió: “No tentarás al Señor tu Dios”. El verdadero carácter es el que no necesita de publicidad, su peso es suficiente para persuadir. En lugar de una acción teatral Jesús escogió una acción contradictoria. Fue en ese templo donde chocó con la red de extorsión de los vendedores. Ese acto fue el detonante que le condujo a la muerte, pero al morir fue levantado y atrajo a todos hacia él.

Después de rechazar las tentaciones Jesús volvió del desierto en el poder del Espíritu. Estaba listo para marcar una huella milenaria y una influencia que persiste sin retrocesos. El camino del mal se enfoca en lo fácil, indigno y dudoso. Esa es la razón de su debilidad e insignificancia. El inmediatismo egoísta siempre termina por fracasar, tiene sus días contados y lleva en sí mismo la semilla de su ruina. Pero el camino de la honradez, humildad y sacrificio levanta a las personas y las coloca como modelos que ilustran a la posteridad.

Pastor General de la Misión Cristiana Elim.

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