Las contribuciones desde la academia

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Políticos han respondido al anuncio criticando a Trump por lo que consideran una falta de respeto y un insulto al país. Foto de Referencia

Por Carlos Ponce

2019-08-21 6:56:32

Desde hace años, El Salvador está sumergido en graves crisis que se interrelacionan. La inseguridad, la economía y el desempleo han figurado reiteradamente en las encuestas de opinión como los problemas que más agobian a los salvadoreños.

Ninguno es fácil de resolver. Todos requieren de un abordaje técnico, serio y objetivo, alejado del populismo y el discurso dogmático que tradicionalmente ha predominado entre los que tienen la responsabilidad de diseñar, implementar y (en teoría) evaluar políticas públicas y la aprobación de leyes. Los académicos jugamos un papel muy importante que no debemos de perder de vista y tomar con la solemnidad, el compromiso y responsabilidad que implica.

En el mundo académico, como cualquier otro, se encuentra de todo tipo de personas. Aunque la mayoría son individuos dedicados, honestos, responsables y técnicos con una intención genuina de contribuir a avanzar y profundizar el conocimiento empírico en su disciplina, también hay oportunistas, leguleyos e irresponsables cuya única motivación radica en sus mezquinos intereses. Los mentores definen, en gran medida, el rumbo que los académicos tomamos. Su ejemplo, consejos, adiestramiento y exigencias establecen los parámetros éticos, técnicos y profesionales dentro de los que desarrollamos nuestro trabajo.

He tenido la suerte de que el destino me permitiera interactuar con autoridades de la criminología y de que algunas accedieran a ser mis mentores. He tenido la oportunidad de ver en acción a Paul y Patricia Brantingham, padres de la criminología ambiental. También de ser supervisado, recibir consejos y ser entrenado por personas como Martin Bouchard y Martin Andresen, dos de las figuras más prominentes y respetadas en el estudio de redes delictivas y la dimensión espacial del delito, respectivamente.

Esta experiencia ha sido edificante, una verdadera lección de humildad y, sobre todo, un privilegio, sin duda alguna. Su experiencia, trayectoria y ejemplo trazan un camino muy estrecho sobre el que creo que todos los que queremos ayudar a El Salvador desde la academia debemos de seguir.

Una de las cosas más evidentes en su trabajo es el respeto por la disciplina. Los alcances de la criminología y de su opinión como criminólogos es algo que tratan con mucho respeto. He observado, por ejemplo, que cuidan mucho no utilizar términos como “criminológicamente hablando” y no etiquetar información u opiniones con títulos que incluyan la palabra “criminológico” sino se hace referencia a postulados teóricos y evaluaciones empíricas.

El argumento es que si se usan estas etiquetas de forma indiscriminada se resta credibilidad a la disciplina y, por lo tanto, se limita el posible impacto del trabajo serio, objetivo y técnico. Respetar la disciplina es indispensable para incrementar las probabilidades de que los políticos y la sociedad en general preste atención a las contribuciones que se hagan desde la criminología que tengan el potencial de generar cambios significativos.

Sin embargo, lo más evidente en el trabajo de Bouchard y Andresen es su respeto por la rigurosidad metodológica y analítica. La acuciosidad en el procesamiento y análisis de información para generar conocimiento es lo más valorado. Cuidan con mucho esmero el no caer en análisis simplistas, utilizar unidades de análisis incorrectas, métodos de evaluación inadecuados o no incluir variables de control necesarias para aislar los efectos que pretenden analizar y, de esa forma, no caer en conclusiones incorrectas o parciales.

Sin duda, las mejores contribuciones para solucionar las crisis y definir el rumbo correcto para el país solamente podrán ser formuladas desde un análisis diligente, responsable y robusto de los problemas que nos aquejan.

Estos elementos son básicos. Es importante que los académicos que queremos contribuir no los perdamos de vista para que nuestro trabajo siempre sea considerado por quienes tienen la responsabilidad de definir las políticas públicas en El Salvador.