La vida después de Juego de Tronos

Hace años, cuando finalizó Los Soprano (esa prodigiosa saga que marcó un antes y un después), muchos de sus incondicionales pusieron el grito en el cielo por aquel ambiguo último episodio que sembró más dudas que certezas.

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El delantero argentino del Barcelona Lionel Messi (L) compite por el balón con el mediocampista francés del Valencia Francis Coquelin durante el partido de la liga española entre el FC Barcelona contra el Valencia CF en el estadio Camp Nou en Barcelona el 2 de febrero de 2019. AFP / Lluis Gene

Por Carlos Alberto Montaner

2019-05-24 8:06:47

Para los fanáticos de la saga Juego de Tronos las ocho temporadas de la archipopular serie de HBO fueron como toda una vida que estalló en los últimos seis episodios para resolver de una vez las intrigas de los siete reinos.
Confieso que fui de los intrusos que se sumaron al entusiasmo global en la última temporada. No había manera de que le hubiese sido fiel a una serie tan dilatada que seguía, a su modo, el ciclo de novelas de George R.R. Martin, Canción de hielo y fuego, bestseller en el que se inspiraron los creadores de Juego de tronos.

Si durante ocho años permanecí indiferente a las pasiones que despertaba esta fantasía medieval con dragones y gigantes en los paisajes helados de Westeros, comprendí que si quería pertenecer a la tribu en los momentos de animada tertulia debía hacer mis deberes a toda prisa. Mis hijas, milénicas que se han formado admirando el arte de HBO y otras plataformas que han sustituido lo que en su día fue el embrujo de la gran pantalla en el cine, me explicaron con lecciones exprés los pormenores de las estirpes de los Lannister, los Stark y los Targaryen: los cruces entre dinastías incestuosas. La locura que pasa de generación en generación. La sed de poder y el dilema eterno entre la justicia y la satrapía. Una crónica de las miserias y las grandezas humanas situada en el pasado lejano y ficticio de reinos guerreros que bien podría trasladarse a nuestros días, sólo que con las nieves derretidas por los rigores de un cambio climático que hace estragos en los reinos de taifas del presente.

Bien, Juego de tronos ha concluido y su capítulo de cierre, que prometía ser una catarsis colectiva, se despidió como un témpano de hielo desprendido de las montañas inhóspitas de Poniente. Hasta los más novicios en los intríngulis de la serie sentimos el roce de la frigidez entre una Daenerys trastornada y un Jon Snow resignado a cumplir con su deber antes de sucumbir al amor por una reina con vocación de tirana.

Aunque el joven Bran Stark, atrapado en su silla de ruedas y en revelaciones que pasan por su mente como un rollo de película interminable, es nombrado rey de seis reinos (una de sus hermanas eligió el camino del separatismo como una pionera de las controvertidas autonomías), a los seguidores de la saga aquel apaño les supo a poco. Un gatillazo en toda la regla.

Juego de tronos ha acabado como tantas historias de amor: en pura desilusión por las grandes expectativas que no se cumplieron. Fueron años llenos de altibajos, pero nunca aburridos por las escenas de sexo, las sangrientas escabechinas, los odios feroces, las lealtades extremas, los amores más inquebrantables. Hielo y fuego.

Los fans a muerte de la serie nunca renunciaron a la redención de Daenerys o a que el noble Jon Snow se sentara en el trono que tanto se merecía. Pero así suele suceder con las pasiones más desatadas. Se deshacen en la cabriola de un final imprevisto que no es el que se había soñado. O al menos así lo vivieron millones de espectadores que el pasado 19 de mayo exigían que se reescribiera el desenlace, como quien pide clemencia para revivir el amor definitivamente marchito.

Hace años, cuando finalizó Los Soprano (esa prodigiosa saga que marcó un antes y un después), muchos de sus incondicionales pusieron el grito en el cielo por aquel ambiguo último episodio que sembró más dudas que certezas. Tiempo después Juego de trono volvió a jugar con los sentimientos de una audiencia enganchada a la droga dura. Estamos listos para que la nueva serie de moda nos seduzca irremediablemente.

*Twitter: @ginamontaner