La Ruta de la Seda

El mayor legado de la Ruta de la Seda fue el intercambio de cultura, el arte, la religión, la filosofía, la tecnología de su época, el lenguaje, la ciencia, la arquitectura y la manera de hacer las cosas. Estas rutas terrestres eran más que un camino para transportar bienes.

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Hacerse el vulnerable y reflejar debilidad no es un comportamiento que ayude a alguien a ser mejor persona. / Foto Por EDH / Shutterstock

Por Eleonora Escalante

2019-10-26 6:50:40

Desde la década de los 90, con el surgimiento del comercio electrónico, cualquier adquisición de bienes se puede hacer “on line”, y este tipo de transacciones han impactado a industrias y sectores económicos de manera radical. En la actualidad es tan fácil comprar cualquier cosa, en cualquier lugar del mundo. Y las empresas de logística que prestan sus servicios para llevarlas desde el punto de origen o embodegado hasta el punto de consumo se han sofisticado y continuarán haciéndolo en los próximos años. La industria logística es utilizada tanto por exportadores como importadores mayoristas o individuos en su carácter personal. Los ingresos agregados de las empresas de logística a nivel global alcanzaron un valor de 1,200 billones de dólares en el año 2018. ¡Esto equivale a aproximadamente 200 veces el presupuesto del Gobierno salvadoreño!

El transporte de mercancías se origina desde tiempos inmemoriales. Nuestros antepasados siempre intercambiaron productos entre sí. Y esto lo hacían vía ruta marítima o terrestre. Estas rutas que interconectaban pueblos y miles de millas, siempre han impactado en el desarrollo económico, político, social y ambiental de los que han participado en el comercio. Este día utilizaré el ejemplo de la Ruta de la Seda (Silk Road).

La Ruta de la Seda no es más que una antigua red de rutas comerciales, establecida por la dinastía Han de China para unir los territorios del este de China con la región de India, Persia o Mesopotamia, Egipto, algunos pueblos del continente africano, Grecia, Roma, Gran Bretaña y el resto de Europa. Esta ruta funcionó operacionalmente con éxito entre los años 130 AC hasta el año 1453 DC, año en el cual el Imperio Otomano cerró su paso. No obstante, algunos tramos de la Ruta de la Seda comenzaron a utilizarse mucho antes, durante el período hegemónico persa. La Ruta de la Seda fue bautizada con dicho nombre, por la popularidad de la seda china en Europa, especialmente entre los romanos. Y aunque el explorador Marco Polo hizo los mapas y la descripción exhaustiva de las mismas, fue un alemán llamado Ferdinand von Richthoven, quien les bautizó con dicho nombre. Innumerables productos iban hacia China desde el oeste (caballos, uvas, vino, pieles, miel, armamento, frutas, etc.) y también de Asia al Oeste (té, seda, tintes, porcelana china, piedras preciosas, especias, perfumes, medicina, arroz, papel y pólvora, etc.).

El mayor legado de la Ruta de la Seda fue el intercambio de cultura, el arte, la religión, la filosofía, la tecnología de su época, el lenguaje, la ciencia, la arquitectura y la manera de hacer las cosas. Estas rutas terrestres eran más que un camino para transportar bienes. Los comerciantes eran portavoces del “savoir faire” o el saber hacer de unos pueblos con otros. Transportaban conocimientos diversos en metodologías, en lenguas, en escritura, moneda, cocina, moda, o vivencias. Transportaban también enfermedades y alarmas de guerra.

En su momento, la Ruta de la Seda sirvió para ampliar la comprensión de las personas sobre el mundo en el que vivían; su cierre impulsó las rutas transoceánicas y la conquista de América. Que China desee reconstruir la Ruta de la Seda moderna no es algo nuevo. Simplemente dejó de funcionar por unos cuantos siglos.

MBA-MEng CEO-

Fundadora de Eleonora Escalante Strategy.

www.eleonoraescalantestrategy.wordpress.com