La primera quincena del quinquenio

En estos primeros días como Presidente, Bukele no ha dado los lineamientos de su gobierno que debió darnos en su discurso inaugural, pero sí está demostrando su naturaleza dictatorial, ya vista muchas veces

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Poco personal preparando los paquetes electorales que se dispondrán hoy para la militancia. Foto EDH / Cortesía

Por María Alicia de López Andreu

2019-06-16 4:10:51

El presidente Bukele, aprendiz como tal pero experto en redes sociales, ha mantenido una presencia permanente ante la población, dando la imagen de trabajar 24/7, así como de ser capaz de inmediatas decisiones, de poseer un gigantesco don de mando, de tener y ejercer efectivamente el poder y de estar cumpliendo, desde el primer instante de su investidura, todas las promesas que como candidato ofreció. Imagen, dije. Para confirmar cuánto hay de realidad, revisemos sus actos desde su “discurso” inaugural.

Ese discurso, contrariamente a lo realizado por los presidentes anteriores, no fue publicado en los medios tradicionales (puede encontrarse en http://www.revistafactum.com/). Es comprensible. Sin duda sus expertísimos asesores de imagen y comunicación así se lo aconsejaron, ya que está compuesto por frases repetitivas, cansonas, vacías y sosas para ser leídas; pero dichas en la plaza pública, con la alta capacidad histriónica del nuevo Presidente, resultan muy efectivas para ser dirigidas a “su” público y lograr un efecto hipnótico y de penetración mental en aquellos que ya estaban dispuestos a brindarle su ciego apoyo. Visto desde ese ángulo (convencer a los ya convencidos) el discurso inaugural fue magistral.

Hubo también mensajes perturbadores. El ignorar absolutamente a las misiones oficiales que tuvieron la gentileza de acompañarle en su momento de gloria, a quienes ni siquiera dijo “buenos días”, fue un gesto que, en un momento dado, recordarán. Y lo verdaderamente peligroso es el desprecio mostrado ante los otros Órganos del Estado — Asamblea Legislativa y Corte Suprema de Justicia—. Con eso dejó clarísimo que no les tomará en cuenta para gobernar, sino que lo hará “con el pueblo”, es decir, a base de movilizaciones de masas, de levantar los ánimos populares, de chantajear con azuzar las turbas en contra de algo o alguien, etc. ¡Delicadísimo!

En estos primeros días como Presidente, Bukele no ha dado los lineamientos de su gobierno que debió darnos en su discurso inaugural, pero sí está demostrando su naturaleza dictatorial, ya vista muchas veces. No es solamente sus órdenes enviadas por tuit y obedecidas ciegamente por sus subalternos, sino actitudes como ir a la cena de gala ofrecida por la SICA pero no dar ninguna explicación del porqué no recibió personalmente la Presidencia Pro Tempore de esa institución, despreciando nuevamente con ello a los gobiernos centroamericanos. O como declarar, sin asomo de vergüenza, que ahora tenemos “el mejor gabinete que jamás hayamos tenido” y darnos cuenta de que tal vez unos tres o cuatro de los nombrados podrían calificarse como idóneos para el cargo respectivo. Y su “advertencia” a la CSJ, para que no intervenga en el caso de los despidos realizados. Y, lo inconcebible, obligar a los miembros de la Fuerza Armada a jurarle lealtad, como si él fuera la Patria. ¡Culto a su personalidad!

Por eso debe explicarnos qué significa el juramento “popular” del 01/06/2019: “Juramos trabajar todos para sacar nuestro país adelante, juramos defender lo conquistado el 3 de febrero (¿qué es “lo conquistado”?), juramos que cambiaremos nuestro país (qué tipo de “cambio” están jurando realizar) contra todo obstáculo, contra todo enemigo (¿a quién califica como enemigo?), contra toda barrera, contra todo muro. Nadie se interpondrá entre Dios y su pueblo (¡esta frase sí aterroriza, por mesiánica!), para poder cambiar a El Salvador”.

¡Y el quinquenio apenas inicia! Que el Divino Salvador nos ampare.

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