La otra cara de nuestra sociedad

Los salvadoreños salen muy temprano de sus casas a sus trabajos. Pero eso más que un viaje, es una odisea llena de inseguridad

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Juan Carlos Portillo (19) celebra el gol con que El Salvador derrotó a Montserrat en el Estadio Cuscatlán. Foto EDH / Jorge Reyes

Por Rolando Siman

2019-11-16 11:10:02

En el excelente artículo “El Precio de la Ira”, publicado en El Diario de Hoy el 9 de septiembre, la abogada Erika Saldaña relata las experiencias que vivimos todos los que nos transportamos en vehículo día a día por las calles. “Somos una sociedad violenta. Lo vemos en las calles, en la persona que le “tira” el vehículo que maneja al resto de carros o peatones, el que pita sin ningún sentido, el que insulta y los que se comportan de manera poco civilizada. El último ejemplo representativo de esta incivilización fue el conductor de tránsito, que agredió físicamente a un gestor de tránsito”, lamenta Erika.

Pero siempre hay dos caras en una moneda. En este caso, hay otra cara en nuestra sociedad y esa la que quiero comentar ahora: los salvadoreños salen muy temprano de sus casas, algunos a las 5:00 de la mañana, para tomar el bus o el microbús y dirigirse a sus trabajos. Pero eso más que un viaje, es una odisea llena de inseguridad e incomodidad, no solo por los asaltantes, sino también por las condiciones de las unidades de transporte y el irrespeto de los conductores.

Los motoristas apiñan tanto a los pasajeros que se hacen hasta tres filas de personas de pie, y muy pocos serán los que nunca han experimentado un asalto de ladrones que van en “equipo” de dos y tres que se aprovechan del hacinamiento. A las horas de menor afluencia tampoco hay descanso: los enemigos de lo ajeno entran a la unidad provistos de una bolsa a la que los pasajeros son “invitados” a colaborar entregando sus celulares, sus carteras y artículos de valor a cambio de respetarles la vida.

Pero ojalá eso fuera todo. Cada vez es más común ver a los motoristas chateando mientras conducen y algunos en estado de ebriedad. Muchas veces van en sentido contrario e irrespetan los semáforos. El 16 de abril, en Apopa, el motorista le prestó el microbús al cobrador para que aprendiera a conducir. En un cruce perdió el control, dio vuelta y el accidente le causó la muerte a una muchacha embarazada y dejó a 17 heridos.

Esta no es la sociedad agresiva que leemos en el artículo de Erika, más bien es nuestra sufrida sociedad. Son nuestros hermanas y hermanos salvadoreños que arriesgan su vida cada día para asistir a sus trabajos o para movilizarse con sus hijos. Es urgente que la autoridad competente imponga el respeto a la ley, que se exija que las unidades estén en condiciones de buen funcionamiento y no vayan emitiendo nubes de humo negro, algo tan dañino para los pulmones y causante de series enfermedades respiratorias.

Todos los que transitamos las calles vemos esta situación como normal. Pero no lo es. Por eso repito: es nuestra sufrida sociedad y por la que poco o nada hacemos. Un sistema de transporte digno y seguro es solo una de tantas oportunidades de mejora que nuestra gente necesita urgentemente. Es el trabajo de nuestro gobierno y de cada ciudadano desde su trinchera. Mientras que desde su espacio, cada empresario es y debe ser responsable como un generador de empleo y fuente de impuestos para el desarrollo de nuestra economía, de una economía con oportunidades para todos, de una economía inclusiva.

Empresario.