La mujer en la ventana

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Según la FAO, los programas de alimentación escolar son una estrategia clave para garantizar el acceso a los alimentos de las poblaciones vulnerables. / Foto Por Marvin Rodríguez

Por Carlos Balaguer

2019-10-08 9:12:46

Nunca me atreví a llegar hasta la mujer de la ventana, a quien veía a diario de vuelta del trabajo y de la vida. Tan sólo el día cuando empezaba vacación y supe que no la volvería a ver durante varios días.
“¿Sentirá mi ausencia?”, pregunté. Pero ella siguió sin responder desde el cristal. Decidido a conocerla, crucé la calle y llamé a su puerta. Un anciano conserje salió a atenderme. Le dije ansioso que necesitaba saludar a la dama de la ventana. “El edificio está deshabitado desde hace tiempo —respondió—. Ni hoy, ni ayer, ni nunca ha estado aquí la mujer que usted menciona”. Le pedí me dejara entrar y fue cuando me condujo hasta la vacía habitación que daba a la calle.
La bella aparición me había mentido. No estaba ni ella en la ventana ni el lirio en sus manos. “Engaña a los que pasan —aclaró el viejo—. Son esas manchas de pintura sobre el vidrio. Desde lejos, se parecen a ella”.
Al día siguiente el solitario conserje limpió las manchas de la
ventana, borrando para siempre su sensual silueta. La bella no volvería a engañar a los ilusos y enamoradizos transeúntes como yo.
Sentí su ausencia. Además de desaparecer en los cristales, se había borrado de mi vida. Como borra el tiempo y la realidad los dulces engaños y enigmas del corazón. (y II)