En El Salvador tenemos 14 días de asueto y cada uno responde a su motivación: el Día de la Madre, el Día del Padre, el de la Patria, los de Semana Santa, la Navidad, el Año Nuevo y otros… Disponemos de 2,176 horas en 52 semanas de 44 horas, restándoles días de asueto… Según la OCDE, en México trabajan 2,225 horas; Costa Rica, 2,212; Corea del Sur, 2,169; Grecia, 2,035; Rusia, 1,794; Chile, 1,974, EE.UU., 1,763; Japón, 1,723; Noruega, 1.421; Holanda, 1,419; Dinamarca, 1,417; Francia, 1.482, y en Alemania, 1,363.
Pero más importante que las horas previstas para trabajar es cuántas son productivas que generan valor agregado y cuántas improductivas que tienen un alto costo porque no agregan valor, pero que al final pagamos entre todos, pues tanto quienes realizan labores productivas como improductivas tienen un salario.
El otro aspecto importante es si realizan trabajos directos, fabricando un producto o atendiendo a los clientes, o bien trabajos indirectos en administración, distribución, contabilidad, finanzas o recursos humanos.
Con cuántas horas laborales debemos legalmente trabajar fue la Asamblea Legislativa quien decidió sobre su respaldo constitucional. Pero en relación con la organización, supervisión y control sobre las horas productivas e improductivas, tanto de los trabajos directos como indirectos, somos los empresarios los responsables de poner a la disposición los recursos y la supervisión, para que sean más las horas de trabajo productivas que las improductivas.
Según mi experiencia —me dedico a estos temas desde 1986—, en los trabajos directos sin una supervisión continua, la improductividad ronda un 30%, y en los trabajos indirectos puede llegar al 40% y más, según la concientización y motivación de los empleados.
Solo en las líneas de producción donde se ha dividido y cronometrado el trabajo de cada persona, considerando los factores de rendimiento, en función de la calidad y la habilidad para realizar el trabajo, la productividad puede rondar el 90%, pues es importante considerar los tiempos personales y de descanso.
¿Y por qué tanta improductividad? En primer lugar, los distractores que permitimos en los lugares de trabajo. Por ejemplo, el mal uso de los smartphones. Si quiere, usted mismo calcule cuántas veces lo usa para asuntos ajenos al trabajo durante su jornada laboral y sumando todos los minutos verá sobrepasarán dos horas o más…
Pero mucha de la improductividad que corregimos cuando implantamos sistemas de trabajo, proviene de la propia organización, de la descoordinación y des-sincronización de las funciones y operaciones, de los tiempos de espera, la utilización de herramientas inadecuadas, el mal funcionamiento y la falta de mantenimiento de los equipos y las máquinas, el personal que no está bien entrenado, el clima laboral enrarecido, problemas con la producción y la calidad, además de falta de interés y motivación… También por deficiencias en la supervisión, el trato inadecuado del personal y, entre otros, de un sinfín de malos entendidos por falta de sistematización de la comunicación.
Para cada tipo de improductividad existen sistemas para corregirlas, tanto si son organizativas, técnicas, humanas o su combinación… Si quiere ganar más, aunque este satisfecho con sus ganancias, por el bien de su empresa, su gente y el país, se deben diagnosticar y corregir las causas de la improductividad.
Alemania, donde menos horas trabajan al año, tiene el índice más alto de productividad. Cada vez que voy, lo confirmo. Son la visión de la dirección, la innovación tecnológica, el liderazgo, la organización, y principalmente, los sistemas y los buenos hábitos de trabajo de los empleados los que generan la productividad… También aquí, si en una empresa reorientamos los hábitos y se implantan sistemas, se reduce la influencia de la improductividad como mal copiloto y se incrementa en mucho la productividad.
Pedro Roque
p.roque@gccinternacional.net