La función pública

Al autor del libro que hoy comento la vida le dio experiencias que pudieron haberlo convertido en un hombre enconado, rencoroso o amargado. En vez de ello, sigue fiel a su ideal de ver un El Salvador más fraterno, justo, libre y desarrollado.

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Por Jorge Alejandro Castrillo

2019-11-01 6:14:51

“Más sabe el diablo por viejo que por diablo” es un refrán que no se refiere tanto al diablo como a la experiencia que brinda la edad. Me tomó algunas décadas conferirle validez, firme creyente que la buena educación puede superar a la sola experiencia de vida. Pero el diablo es diablo y ha existido casi desde siempre. Como el Estado. El Estado fue concebido antes que todos nosotros y muy seguramente sobrevivirá también al juvenil gobierno que nos hemos dado. Muchos de los actuales funcionarios no vivieron las inseguridades de nuestro conflicto interno ni se imaginan el estado de cosas que coadyuvaron a su gestión y desarrollo. El diablo sí. Tanto que, pasados los años, pareciera que la única diabólica intención de esa guerra hubiera sido estragar como lo hizo a nuestro país, a nuestra gente, lo que no es cierto.
Gracias a la delicadeza de su autor, llegó a mis manos el libro “Función pública y gestión del talento humano en El Salvador” que da cuenta detallada de los esfuerzos por conferir visos de racionalidad a la función pública en el país. Si en verdad queremos que el dinero alcance, ¿cuántos millones ahorraríamos si los transitorios gobiernos hicieran acopio de la experiencia acumulada de servidores públicos capaces, inspirados, experimentados? ¿Cuánto ganaríamos los ciudadanos si los flamantes funcionarios de cada pasajero gobierno se tomaran el tiempo de aprender de la experiencia previa y cambiar sólo lo que haya probado ser ineficiente, pernicioso o perverso? Alguna vez he fantaseado con la idea de un Ministerio del Seguimiento cuya principal función sería la de preservar ls cosas buenas que se hicieron en el pasado para que los sucesivos gobiernos las mantuvieran, mejorando y afinando su funcionamiento. Esa fantasía sería realidad si contáramos con una administración profesional y eficiente que atendiera a la ciudadanía como se lo merece y que dignificara a los funcionarios públicos.
A estas alturas, como claramente reflexiona José Antonio Morales Carbonell en su libro, “la reforma del servicio público no es un problema técnico sino una cuestión de decisión política… (pues) …todo está listo para que los legisladores inicien la discusión de las propuestas (que ya obran en su poder) y aprueben una nueva ley que ponga fin a la discrecionalidad en el manejo del talento humano en la administración pública (…) No se trata de aprobar cualquier ley, sino aquella que garantice que el mérito y el desempeño sean las principales credenciales para poder ingresar y progresar en el sistema de empleo público”.
La inmensa tarea de amplia consulta (con responsables del Talento Humano en las oficinas públicas, trabajadores, sindicatos, especialistas) y de sistematización de datos llevada a cabo durante los dos gobiernos anteriores por la ahora desaparecida Secretaría para Asuntos Estratégicos de la Presidencia corre el riesgo de perderse. Correría igual triste suerte que otros esfuerzos hechos con anterioridad para dignificar la función pública, mejorar su desempeño y beneficiar a la ciudadanía y a los propios gobernantes. Morales Carbonell sostiene que “todos los elementos de la gestión del empleo público están diseñados y listos para implementarse de manera integral (el portal del empleo público, la política salarial, el Sistema de Administración de Puestos de Trabajo, el sistema de evaluación del desempeño y la Escuela Nacional de Formación Pública, incluso dos propuestas distintas del órgano rector de la función pública y la gestión del talento humano).
La historia reciente consigna que dicha propuesta no es ley por la expresa oposición de los legisladores del FMLN quienes consideraron que perderían margen de acción durante su gobierno. Su estrechez de miras no les permitió calcular que lo que perderían sería el gobierno mismo (como se lo impidió también en su momento a los de ARENA, PDC, PCN y gobiernos militares). ¿Cuántos de los recién despedidos funcionarios les agradecerían hoy que hubieran aprobado esa ley? Pero el poder ensoberbece y ciega. ¿Cometerá el mismo error este gobierno o se elevará por sobre los anteriores y dignificará el servicio público? Funcionarios probos, verdaderos servidores públicos, han existido y existirán en todos los gobiernos. ¿por qué no dignificar su trabajo, mejorar la atención a la ciudadanía y sistematizar la carrera del servidor público?
Al autor del libro que hoy comento la vida le dio experiencias que pudieron haberlo convertido en un hombre enconado, rencoroso o amargado. En vez de ello, sigue fiel a su ideal de ver un El Salvador más fraterno, justo, libre y desarrollado. Ya nos dio dos grandes artistas cuya valía ha sido reconocida nacional e internacionalmente, ahora nos ofrece esta sólida propuesta para gestionar el talento humano en la Administración Pública. Sinceras gracias por ello, Tono.

Psicólogo.