La felicidad está en hacer felices a otros

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Foto: EDH | Archivo

Por Salvador Gómez

2019-08-17 5:52:21

Siempre hemos escuchado decir “amar no es un sentimiento, amar es una decisión”, y Jesús nos ha enseñado que “amar es un mandamiento”: “Lo que les mando es que se amen los unos a los otros” (Juan 15, 17). Nadie puede obligarnos a amar, pero sí animarnos a tomar la decisión de hacerlo.

¿Quién toma la decisión de amar? El que despierta, madura. crece, valora el matrimonio, la familia y está dispuesto a luchar para que “el ladrón no le robe el tesoro que tiene en su casa”. (Cf Mateo 24.43). Esta actitud de lucha no está basada en el orgullo de quien no acepta el fracaso, sino en la lucidez de quien asume el liderazgo sabiendo que solo haciendo cosas diferentes se obtienen resultados diferentes.

Aquí está “el secreto”, “la medicina milagrosa”, que salva, sana y transforma la relación del matrimonio y la familia. Se trata de asumir la actitud de Jesús que dijo: “No me han elegido ustedes a Mí, yo los elegí a ustedes”. (Juan 15,16). Elijo “amar primero” (Cf. 1 Juan 4.10- 19), amar “a pesar de” (Cf. Romanos 5,6-8). Tomar la iniciativa, ser proactivo y tomar en serio las palabras de San Pablo:

“En lo posible y en cuanto de ustedes dependa vivan en paz … no te dejes vencer por el mal. Antes bien vence el mal con el bien” (Romanos 12.18-21).

En un matrimonio, el que ha decidido actuar para que el amor crezca y dé frutos toma en serio las palabras de San Pablo: “El hombre casado se preocupa de cómo agradar a su mujer… la mujer casada se preocupa de cómo agradar a su marido” (1 Corintios 7,32-34).

Si estás dispuesto a hacer lo que de ti depende independientemente de lo que haga o no haga el otro, cada mañana o con la mayor frecuencia que sea posible acércate con humildad, con sinceridad dile:
¿Qué puedo hacer hoy para agradarte?
¿Qué puedo hacer para que seas más feliz?

No importa cuál sea su respuesta, haz todo lo que de ti depende por pasar un día feliz (Cf. Eclesiástico 14.14) y comprenderás las palabras que Jesús le dijo a sus discípulos: “Pues sí yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies unos a otros. Porque les he dado ejemplo, para que también ustedes hagan como yo he hecho con ustedes … Sabiendo esto, dichosos serán si lo cumplen” (Juan 13, 14-15.17)
Dichosos los que han descubierto que buscando la felicidad del otro se encuentra la propia felicidad.

Nuestro Señor aprecia de manera especial a quien se alegra con la felicidad del otro. Si no alimentamos nuestra capacidad de gozar con el bien del otro y, sobre todo, nos concentramos en nuestras propias necesidades, nos condenamos a vivir con poca alegría, ya que como ha dicho Jesús “hay más felicidad en dar que en recibir» (Hch 20,35).}

La familia debe ser siempre el lugar donde alguien, que logra algo bueno en la vida, sabe que allí lo van a celebrar con él.

Predicador católico
Salvadorgomezoficial@gmail.com