La estrategia de la venganza

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Foto: EDH | Archivo

Por Eleonora Escalante

2019-08-17 5:48:48

Desde hace unas semanas, escribo en mi blog una saga titulada “La estrategia de venganza, derrochando el poder de tu odio en los inocentes”. Es una serie de artículos que demuestran que en estrategia corporativa, tomar decisiones usando el motivo de la venganza es más común de lo que parece. Innovaciones disruptivas, guerras comerciales y conflictos bélicos han sucedido en toda nuestra historia alimentados por la sed de venganza.

La venganza, aunque cuestionable e inmoral, es una manera de pensar muy normal en el ser humano. Cuando una persona nos ofende, buscamos de manera irreversible hacerle sentir el mismo improperio en retorno. Entonces, el infringido se convierte en transgresor.

Hay algunos que cuando no se pueden desquitar inmediatamente, están tan llenos de odio y rencor acumulado, que esperan y planean su desquite por muchos años hasta que llega el momento de hacerlo. Hay quienes planifican con premeditación y alevosía, la destrucción del ofensor inicial de manera indirecta.

La revancha no es directa al transgresor, sino contra personas inocentes cercanas al ofensor, con el fin de hacerlo sufrir aún más. Dicha venganza es cruel, trasciende generaciones y arrasa con quien no tiene nada que ver en el asunto (hijos, conjugues, familiares, amigos). Es un acto cíclico vil y anticristiano, que lejos de cobrar una factura, detona un nuevo ciclo expansivo de más represalias. La venganza suele engendrar más venganza. Esta “forma de vivir” no es ética ni correcta.

¿Qué culpa tienen los inocentes en esto? El revanchismo personal por ofensas cometidas no es viable en sociedades democráticas justas. La venganza no es sinónimo de justicia. La venganza es predominantemente  emocional y perversamente detractora. Es un pecado si quiere verse así. Sin embargo, un sistema de justicia que funciona tiene soluciones ante las increpaciones que se nos comete, sean estas de naturaleza criminal, penal o administrativa. Por eso es tan importante que los países se preocupen por perfeccionar su estructura de justicia para resolver conflictos entre sus ciudadanos.

La justicia legal, bendice con el cierre del ciclo de violencia. Y el perdón nos libera personalmente para para siempre.
Pasemos al plano de los negocios. La estrategia de venganza es una desgracia empresarial para la sociedad. La estrategia de venganza sucede cuando la misión de la empresa es instigar una disrupción que va más allá de vender ideas novedosas comerciales o tecnológicas.

Existen empresarios que diseñan y lanzan al mercado productos y servicios solamente para destruir una industria y arrasar con el mapa competitivo de la misma. A veces se trata de vender productos con precio final por debajo de sus costos, para quebrar a un opositor (es una táctica económica definida como “dumping” que está penalizado por la ley). En general, el objetivo destructivo de la venganza estratégica es reducir la posición económica de empresas contrincantes, y con ello se destruye no solo al oponente, sino a personas inocentes, a familias de miles de empleados y sus posibilidades para el futuro. Aún en el caso de monopolios, no es ético utilizar la estrategia de venganza.

Hay otras maneras de negociar y de ayudar a las sociedades a evolucionar para crear estructuras sólidas de comercio justo. Ejemplos de estrategias de venganza hay muchos a nivel comercial. Un ejemplo muy actual es la guerra
comercial entre Estados Unidos y China.

Quiero terminar este artículo compartiendo la frase de Richelle Goodrich, “Una sociedad
construida sobre una base de venganza es una sociedad condenada a destruirse a sí misma”.*