La deuda de los jóvenes con El Salvador

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Los actores César Romero, Frank Gorshin, Burgess Meredith (sentado) en la serie de televisión de los años 60. Foto EDH / 20th Century Fox

Por Ivo Giulietti

2019-05-13 10:47:57

Aquel que vivirá más tiempo y el que morirá pronto están perdiendo lo mismo y quizás lo único que comparten: el presente. Por esta razón, la preocupación más grande de cualquier ciudadano, en especial la de nosotros los jóvenes, no debe ser lo que será ni lo que fue, sino lo que es y sobre eso debe apoyarse nuestra visión. No necesariamente para remediar el pasado o mejorar el futuro, pero sí para hacer lo más que se pueda con lo que tenemos por ahora los salvadoreños.

Decía Marco Aurelio que una persona no debe discutir sobre lo que un buen ciudadano debe hacer, sino más bien enfocarse en serlo. Esta frase cobra una gran relevancia en este tiempo poselectoral, ya que todavía se presentan discusiones sobre qué político “hace” mejor las cosas. Algunos alzan las banderas celestes, otros la tricolor y unos cuantos todavía mantienen la roja. Nos peleamos, discutimos, debatimos y argumentamos sobre las acciones de los otros, mientras que dejamos de lado lo que nosotros podemos ser y hacer por nuestro país. Somos jóvenes, idealistas, emprendedores y soñadores de El Salvador, virtudes perdidas hace mucho tiempo por gran parte de nuestros políticos. No sigamos discutiendo sobre otras personas, mejor argumentemos, negociemos y soñemos nosotros por lo que debemos ser para que El Salvador sea el lugar digno que todos añoramos. ¿Tenemos un sueño? No esperemos que un presidente, político u otro país nos lo entregue, construyámoslo todos juntos y seamos el presidente que deseamos tener.

Nos guste o no, los jóvenes tenemos una deuda escrita con azul y blanco que vence hoy, en el presente. Muchos buscan estudiar afuera para no volver y gozar de una mejor calidad de vida. Muchos de los que se quedan y estudian acá lo justifican con frases como “ni modo”, “no logré irme”, “me tocará sufrir por un rato mientras busco salir de acá”, entre muchas otras. El problema no es irse, sino no volver y, aún peor que eso, encontrarse muerto en vida acá.

Si algo he aprendido organizando y participando en Modelos de Naciones Unidas es que la gran mayoría de nosotros contamos con una idea casi intrínseca y noble de lo que queremos ser, pero muy pocos se animan a serlo. La deuda de ser los ciudadanos que merece El Salvador la heredamos ahora los jóvenes. No es necesario que todos creamos en el mismo partido político para creer en nosotros mismos. Muchos no hacen nada por estar esperando el tren adecuado, pero se ven sorprendidos al ver cómo llega y nunca compraron el boleto por enfocarse solo en no perder la oportunidad. Otros compran el boleto y aguardan, pero nunca se animan a subir. Y luego está el tercer grupo que aprovecha el tiempo construyendo la estación que soñó, mejora la vida de todos los usuarios y cuando llega ese tren lo toma sin miedo, con la seguridad de que siendo el presente lo único que tenía en ese momento, lo aprovechó viviendo como la mejor versión de sí mismo, porque sabía que no iba perder otra vida más que la que vivía en ese instante y no viviría otra diferente a la que se le escapaba mientras esperaba. Ese último debemos ser nosotros.

Actuemos ahora, vivamos ahora, construyamos ahora, pero lo más importante: seamos el ciudadano que El Salvador necesita ahora. No importa si es desde la ciudad, la universidad, el colegio, el interior del país o desde afuera; pero incidamos, transformemos, impactemos y nunca nos conformemos hasta ver a nuestro país florecer. La deuda vence hoy, ¿estás listo para pagarla?

Estudiante de la licenciatura en economía y negocios de la Escuela Superior de Economía y Negocios