La Conquista y las “cajas chinas”

No todos los encuentros de razas y culturas son amistosos, ni siquiera el que recuerda el tan afamado Día de Acción de Gracias en Estados Unidos. Si no lo creen, lean más sobre la colonización de Massachussetts o un poco de la historia de los vikingos en Europa Occidental y verán lo sangriento y trágico que fue hasta que se cristianizaron y radicaron en Inglaterra y Francia.

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Jorge Arreaza. Foto AFP

Por Mario González

2019-04-26 5:35:45

Como que ya se alargó mucho y aburre la discusión de que si España y la Iglesia Católica deben pedir perdón por las crueldades en la Conquista y la Colonia en América, como recientemente lo exigió el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

No es la primera vez que un gobernante de izquierda recurre al reclamo a España y la Iglesia Católica, la cual ya pidió perdón por lo que se considera la imposición de la espada y la cruz a los pueblos amerindios. Como ya se demostró, pedir perdón no es denigrante ni una humillación. El pedir perdón lleva implícita la voluntad sincera de rectificar, de ser mejor. Lo cortés no quita lo valiente.

El problema es la agenda política que está detrás, si no un recurso de la famosa “caja china” de los gobiernos, el archivo de expedientes clave para generar crisis o detonantes para desviar la atención de los pueblos.

Hugo Chávez lo hizo en 2007, cuando propugnaba vigorosamente en el mercado internacional por subir los precios de los combustibles hasta que pasaron de los 150 dólares por barril. En El Salvador el galón de combustible llegó hasta los cinco dólares. Pero el problema no era el cinismo y la mezquindad del dictador ahora difunto pugnando por el alza de la gasolina y su apoyo a los socialistas del Siglo XXI locales, sino algo que ocurrió hace 500 años. Entonces, Chávez se lanzó contra el Papa Benedicto XVI para recriminarle. El Arzobispo de Tegucigalpa, el cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, se encargó de poner en su puesto a Chávez. En una entrevista en El Diario de Hoy, el purpurado le advirtió a Chávez que “estaba ciego, sordo y se creía dios”, a lo cual el gobernante respondió con insultos que no podemos repetir en esta columna. Por las dimensiones del exabrupto y por gestiones del entonces presidente de Honduras, Mel Zelaya, Chávez se disculpó con el prelado, a regañadientes. El caso es que el purpurado continúa dirigiendo las obras de beneficencia de la Iglesia y lo siguen considerando “papable”, mientras el otro está tres metros bajo tierra con toda su arrogancia y prepotencia, tan muerto como sus ideas.

Ahora es como si volviendo a sacar ese expediente de la “caja china” esperan que la gente deje de pensar en la brutalidad de la dictadura de Maduro y la urgencia de devolver a Venezuela y Nicaragua a la senda democrática.
España, por su parte, ya dijo que no pedirá perdón en este contexto político y anacrónico, “de igual manera que no va a pedir a la República Francesa que presente disculpas por lo que hicieron los soldados de Napoleón cuando invadieron España; o los franceses no van a pedir disculpas a los italianos por la conquista de las Galias por Julio César”.

No voy a justificar los atropellos cometidos en la Conquista, pero sé que hubo esfuerzos por frenarlos y celebro el encuentro de dos mundos sucedido a partir de las empresas de Cristóbal Colón, cuyas estatuas están removiendo de ciudades como Los Ángeles por mentes calenturientas, como si eso va a resolver lo ocurrido hace cinco siglos.

No todos los encuentros de razas y culturas son amistosos, ni siquiera el que recuerda el tan afamado Día de Acción de Gracias en Estados Unidos. Si no lo creen, lean más sobre la colonización de Massachussetts o un poco de la historia de los vikingos en Europa Occidental y verán lo sangriento y trágico que fue hasta que se cristianizaron y radicaron en Inglaterra y Francia.

Lo importante es que aprendemos de la historia para no repetir sus errores y que estamos construyendo la civilización después de dejar atrás la selva, pero sin caer en las trampas ni “cajas chinas” de políticos corruptos y con ideas fracasadas.

Periodista