El error del rey Josías

El considerarse exclusivo es la base de toda secta y de toda exclusión. Dios es soberano y puede hablar hasta por la boca de los paganos. Es responsabilidad de su pueblo escuchar con humildad las expresiones de verdad que están casi en todo lugar y persona

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Paolo Lüers. Foto EDH/ archivo

Por Mario Vega

2021-05-29 6:45:21

Josías solo tenía 8 años cuando comenzó a reinar. Fue coronado en una época de profunda declinación espiritual, económica, militar y social. Su padre y su abuelo habían sido reyes entregados al paganismo y no había recibido de ellos ningún ejemplo positivo. Es posible que Josías hubiera seguido sus pasos a no ser porque, de manera casual, se encontró en el templo del Señor el libro de la ley de Moisés. Fue con la lectura de ese libro que experimentó una conversión. Se dio cuenta de cuán lejos habían ido de lo que Dios esperaba y cómo habían faltado en todos los aspectos. Eso cambió para siempre su vida y lo condujo a iniciar una serie de reformas radicales con las que puso fin a los cultos idolátricos. Además, restableció la celebración de la Pascua con una solemnidad que superó a las de los siglos pasados.
Aunque la mención de Josías en las Escrituras es breve, no hay duda de que causó un amplio impacto en la historia y cultura de Israel. Tanto los libros históricos como los profetas lo presentan como el redentor de las acciones de los reyes anteriores. El monarca ideal que se adhirió completamente a las enseñanzas de Moisés y que aprendió de los errores pasados para borrar todo rastro de la influencia cananea. Con las reformas también creció el sentimiento nacionalista y comenzó a influenciar a la vecina Samaria donde también se comenzaron a desechar los ídolos.
Después de reinar por 31 años, durante los cuales el reino vivió un despertar en todos los sentidos, las condiciones geopolíticas comenzaron a cambiar. Egipto era la súper potencia dominante ya que Asiria, su aliada tradicional, había declinado marcadamente. Pero en el horizonte se levantaba una nueva amenaza: Babilonia y los medos. Ellos atacaron a la debilitada Asiria, ante lo cual, el faraón decidió marchar hasta el río Éufrates para contenerlos y preservar la seguridad de Egipto. Posiblemente porque para entonces Josías se sentía el instrumento de Dios y pensó que todo lo que hiciera contaría con su bendición, decidió oponerse al paso del faraón. Era una osadía pretender luchar contra la potencia mundial de la época. El faraón envió mensajeros al rey Josías explicándole que no tenía nada en su contra, sino que su lucha era contra los babilonios que le amenazaban. También agregó las siguientes palabras clave: “Dios me ha dicho que me apresure. Deja de oponerte a Dios, quien está conmigo, no sea que él te destruya” (2 Crónicas 35:21).
Esas palabras las decía el faraón, un rey pagano que desconocía la ley de Dios. ¿Cómo era posible que Dios le hablara al faraón y no a Josías? Posiblemente por eso, Josías continúo su ataque y fue fácilmente derrotado. Resultó herido y posteriormente murió. Con él murió su esfuerzo reformador y el reino ya no tuvo remedio. El faraón tenía razón: era Dios quien había hablado a través de él. El error de Josías consistió en no comprender que Dios es mucho más grande que nuestra lógica y que él habla por las personas y las maneras más inesperadas. El considerarse exclusivo es la base de toda secta y de toda exclusión. Dios es soberano y puede hablar hasta por la boca de los paganos. Es responsabilidad de su pueblo escuchar con humildad las expresiones de verdad que están casi en todo lugar y persona. Están allí para salvarnos de nuestros impulsos y de nuestro orgullo.

Pastor General de la Misión Cristiana Elim.