Juventud, divino tesoro

Los jóvenes tenemos todo el derecho de libremente dedicarnos a nuestro propio crecimiento emocional, cognitivo, y de aptitudes. Tenemos más de cuatro décadas para hacerlo. No es correcto forzar la madurez para el liderazgo estratégico antes de tiempo

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Incendio en Izalco, Sonsonate. Foto EDH / Gerardo Orellana

Por Eleonora Escalante

2019-12-06 5:38:36

La juventud es la etapa que comienza con la adolescencia y que usualmente termina cuando se pasa a la adultez plena, o cuando ya una persona ha madurado y logra la inteligencia emocional tan necesaria para ejercer un liderazgo de alto impacto o influencia estratégica. Mi definición de juventud contempla una franja de aproximadamente 45 años (desde la adolescencia hasta los 55 años en promedio). Este es el tiempo que los psicólogos y neurólogos han establecido para alcanzar la madurez de las emociones.
Alcanzar la inteligencia emocional es un proceso de aprendizaje muy largo. Opino que al igual que nuestro cerebro desarrolla su poder cognitivo, saber controlar las emociones es una evolución continua y tenaz al cual tenemos que enfrentarnos. Así como estamos conscientes de no dejar de entrenar nuestra mente para pensar y ampliar nuestros conocimientos, así también como jóvenes estamos obligados a aprender a manejar las emociones.
La juventud contempla tres etapas de formativas. La primera, que coincide con la adolescencia (desde la pubertad hasta los 22 años), la segunda etapa que es la adultez temprana (de los 23 a los 40 años) y la adultez intermedia (de los 40 a los 55 años).
Después de los 55 años considero que una persona ha alcanzado su madurez emocional y deja de ser joven, para convertirse en un adulto pleno o maduro. Si es casado(a), sus hijos están en proceso de ser independientes. Un adulto maduro está en condiciones apropiadas de ejercer liderazgo en cualquier tipo de entidad con alta influencia o entidad de impacto masivo a la población. Antes de esta edad, la sociedad no debería permitir que los jóvenes tengamos posiciones de liderazgo público político-económico-social-tecnológico-espiritual-jurídico relevante. Claro que podemos ser líderes de nuestras propias empresas, pero el liderazgo público de alta influencia tendría que reservarse únicamente para los adultos maduros mayores de 55 años.
Por lo anterior, como jóvenes, estamos obligados a continuamente educarnos en experiencia y emociones. Aún contamos con toda la energía física y mental para explorar, estudiar, conocer, socializar, viajar, aprender sobre otras culturas que podamos visitar. La etapa de la juventud está diseñada para escoger a quien amar, casarse y procrear una familia. Está diseñada para ejercer la función de ser padres, y guiar a los hijos hasta donde ellos puedan valerse por si mismos. Cuando los hijos se van de la casa, es hasta en ese momento en la adultez plena, que podría considerarse el rol de liderazgo en entidades de alto impacto a nivel político, económico, social, tecnológico o espiritual. Antes no.
Los jóvenes tenemos todo el derecho de libremente dedicarnos a nuestro propio crecimiento emocional, cognitivo, y de aptitudes. Tenemos más de cuatro décadas para hacerlo. No es correcto forzar la madurez para el liderazgo estratégico antes de tiempo. La juventud, como divino tesoro, es una aventura maravillosa, no vale la pena desperdiciarla. Es una bendición ser joven porque es nuestra etapa de aprendizaje para alcanzar la madurez emocional a nivel integral.

Eleonora Escalante MBA- MEng

Strategic Corporate Advisory Services