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Judíos contra judíos

Por Héctor Antonio Hernández Turcios
Abogado y exdecano UES

La tensión vuelve a ser máxima en el Medio Oriente, aunque diga lo contrario el príncipe de la mentira, el soberbio Donald Trump; sucesos como los asesinatos y secuestros que desataron la violencia que provocaron y la posterior invasión israelí de Gaza. El hecho de los secuestrados y asesinados y varios desaparecidos fuesen ortodoxos o no, o judíos de cualquier secta, revela la creciente politización de un sector de la población que hace poco se había mantenido al margen de la politización y militarización obligatoria, con lo cual no piensan ni quieren cumplir.

Los haderim, o “temerosos de Dios”, son aquellos judíos que rechazan la asimilación en cualquiera de sus acepciones, no solo de la integración en la cultura occidental en general, sino también en el judaísmo moderno más o menos tradicional, pues consideran que los judíos no haderim están condenados irremisiblemente a asimilarse en su entorno a medio o largo plazo, algo que para ellos sería una horrible desgracia.

El término hared aparece en el antiguo Testamento en el libro de Isaías, donde Yahvé dice: “(…) pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, tiembla a mi palabra”. Aunque de manera habitual, y especialmente en los medios de comunicación, se utiliza el término “ultraortodoxos” para referirse a ellos, algunos haredim atribuyen a esa palabra una connotación peyorativa que rebaten. Se estima el número de haredim se acerca al millón y medio, lo que significa una fracción de los aproximadamente 13 millones de judíos que hay en el planeta. Las comunidades haredim más importantes están en Jerusalén, Tel Aviv y Nueva York, y, en menor medida en otras ciudades de Israel y de distintos países occidentales. Su índice de natalidad es muy elevado y es frecuente que haya familias con ocho, diez o más hijos. No en vano, el primer mandamiento de Dios que aparece en la Biblia es el de “creced y multiplicaos”.

En Israel y Estados Unidos, su influencia es enorme en numerosos planos, como el político o el económico, no directamente, sino a través de los líderes de las comunidades judías menos religiosas, aunque esto no quiere decir que todos los haredim sean ricos; más, bien al contrario, hay entre ellos muchos pobres, pero en tanto que comunidad ejercen una influencia desproporcionada respecto a su número.

Históricamente las comunidades judías vivieron a menudo en guetos, donde conservaron su religión, sus tradiciones y modos de vida. Sin embargo, con la llegada de ilustración se pensó que los judíos debían incorporarse y asimilarse a los estados – nación que se consolidaron en Europa. Una parte de los judíos aceptó esa invitación de las sociedades liberales de su entorno y participó de la Haskala, el equivalente judío de ilustración, pero otros muchos, los haredim, se negaron a asimilarse y mantuvieron su modo de vida tradicional contra viento y marea.

La II Guerra Mundial diezmó significativamente la comunidad haredí europea. Se estima que en el Holocausto perecieron el 80 por ciento de los haredim europeos. La mayor parte de los supervivientes emigró a Estados Unidos. Cuando se estableció Israel en 1948, apenas había en el nuevo país algunos millares de haredim, pero su número ha ido creciendo paulatinamente y en la actualidad no solo los hay en Jerusalén, sino también en muchas otras localidades, y hasta en asentamientos judíos de los testimonios palestinos ocupados. 

Cuando surgió el movimiento sionista en Europa a finales del siglo XIX, los líderes haredim se opusieron frontalmente a la nueva ideología argumentando que su triunfo acabaría con el sistema tradicional de vida de los judíos religiosos. Estas suspicacias continuaron vigentes durante décadas, hasta el punto de que en su momento la mayoría de haredim rechazó la creación del Estado de Israel para concentrarse en la próxima llegada del “Mesías”.

Existen varias sectas que a día de hoy no reconocen el estado de Israel, que lo consideran una abominación. El mayor de estos grupos antisionistas es Satmar, una secta que agrupa a unos 130,000 miembros que en su mayor parte reside en Jerusalén y en Bet Shemesh, y a quienes ya les repugna cualquier tipo de colaboración con las autoridades judías israelíes. Algunos de estos grupos mantienen excelentes relaciones con los palestinos.

Una de las célebres tres promesas recogidas en el libro del Talmud. El texto más importante del judaísmo religioso prohíbe a los judíos emigrar a Israel mediante el uso de la fuerza, y es por esto que históricamente los haredim se han opuesto al “sionismo”, aunque no a la emigración de Israel, siguiendo un comportamiento pacífico y no hostil hacia la población árabe que reside en la religión.

Sin embargo, con el transcurso de los años numerosas sectas que rechazaban frontalmente el sionismo han moderado sus posiciones y defienden un entendimiento con las autoridades sionistas. La comunidad Jabad, muy numerosa en Estados Unidos, han adoptado actitudes cada vez más sionistas, de manera que permite que sus miembros realicen el servicio militar en Israel e incluso se oponen frontalmente a una negociación de paz con los palestinos que prevea la transferencia de parte de las tierras ocupadas del Gran Israel. 

Algunos líderes religiosos ultraortodoxos han ordenado a sus seguidores que participen en elecciones israelíes y existen dos grandes partidos que cuentan con una representación significativa de escaños en la Kneset o parlamento.

Generalmente estos partidos votan con derechas en cuestión política, aunque mantienen un pulso permanente con todos los partidos en cuestiones religiosas. Pero otras sectas prohíben rigurosamente a sus seguidores votar en las elecciones, para no contaminarse con el “sionismo”.

El judaísmo haredí no es un movimiento homogéneo. Es más, conforme transcurre el tiempo se observan más divergencias significativas entre las distintas sectas que lo integran. Puede decirse que es un movimiento que experimenta una transformación permanente, y cuyas doctrinas tratan de cohabitar con la sociedad laica de su entorno, pero manteniendo siempre su propia idiosincrasia y distanciándose de todo lo secular en la medida posible. 

guerra es presente en Israel y entre los mismos judíos, e igual se hará presente entre palestinos y judíos. Una guerra que siempre fue religiosa y territorial entre judíos y musulmanes. Pero al introducirse los Estados Unidos se volvió y se volverá eterna por geopolítica y, además, por otros que la buscan y desean para hacerla profética, como los cristianos modernos que andan adivinando El Mesías vendrá, lo sé. Pero a mí sería mejor que me leyeran la mano. 

 Abogado y ex decano de la UES

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