Visita del Papa a Iraq: reencuentro entre la gente de paz y bien

El mensaje papal no podrá nada si no acompaña un compromiso fuerte de la comunidad internacional en favor de la reconstrucción y de la reconciliación nacional de Iraq. Estos actos se inscriben en un Medio Oriente que está viviendo momentos geopolíticos inéditos.

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Mario Edgardo López, karateca salvadoreño, durante una competencia en España. Foto EDH/Cortesía Mario López.

Por Pascal Drouhaud

2021-03-13 6:50:11

El Papa Francisco realizó una peregrinación histórico a Iraq del 5 hasta el 8 de marzo pasado. Su presencia, desde Bagdad hasta Mosul, puso en relieve un mensaje de solidaridad y de esperanza.
El pontífice subrayó el camino recorrido por Irak desde hace años: la presencia del Estado Islámico, que tuvo control en los años 2014-2015 de casi el 30% del país, el exilio de decenas de miles de cristianos de la región de Mosul, el martirio de la ciudad de Qaraqoch (Bakhdida), el sufrimiento y las violaciones de los derechos del pueblo de los yezidíes que encarna con fuerza la Premio Nobel de la Paz 2019, Nadia Murad. Tantas realidades que ilustran los sufrimientos de Iraq y los desafíos que pone en relieve el Santo Padre.
La visita del Papa, mientras el país sufre de las consecuencias de la pandemia de la COVID 19 y de la amenaza de grupos armados, se inscribe en el honor de la palabra dada. Prometió venir a Iraq desde que fue elegido Papa y lo cumplió.
Badgad, Mosul, Nayaf, Ur, Erbil, Qaraqoch, tantas ciudades marcadas por los estigmas de la violencia que conoce este país desde hace años. El Papa se dirigió a los cristianos de Iraq, pero no solamente a ellos. Amplió su mensaje hacia todos los iraquíes, para que estuviese una prueba de solidaridad, de esperanza y de unidad. Llamó al pluralismo, al sentido de justicia, a la ciudadanía, mandando una luz de esperanza para todas y todos los que siguen luchando para que el Iraq de la posguerra, estuviese construido sobre esas bases. Por cierto, el encuentro entre el Papa Francisco y el ayatola Alí Al-Sistani, la máxima autoridad chiíta de Iraq en la ciudad santa de Nayaf (la misma donde estuvieron las tropas de El Salvador con el contingente de Naciones Unidas de la Plus Ultra en 2003) constituye un ademán de respeto para el compromiso del ayatola en favor de la defensa de las minorías tanto como para el diálogo. El propio Presidente de Iraq, Barahm Saleh, afirmó en su discurso de bienvenida al Papa que los cristianos de Oriente “han sido confrontados a diversas crisis, que les llevaron a limitar su presencia y emigrar”. Afirmó, en Bagdad, que “no se podía imaginar el Medio Oriente sin los cristianos”.
El encuentro de la Santa Sede con la comunidad chiíta árabe consiste en un reconocimiento político que permite ofrecer una alternativa al chiísmo iraní. Líbano, Siria, Kuwait, Bahrein, Yemen, entre otros, están convencidos con este mensaje de fraternidad que completa el encuentro de 2019, con el Imam de la mezquita Al Azhar en Egipto, Cheikh Ahmad Al Tayeb. Ese diálogo entre los cristianos y musulmanes chiítas y sunitas manda al recuerdo del “Pacto del Profeta” con los cristianos, en Najran (631 d JC). Afirmaba que se tenía que “traerlos misericordia, alejar cualquier desgracia que podría alcanzarlos”. Esta postura promovida por el Papa está en contradicción con la de un “choque de civilizaciones”: recuerda la misión que los creyentes deben cumplir: llevar el mensajes de “los valores divinos en el corazón de la civilización moderna”. Por cierto, el Papa Francisco instó a “asegurarse de ver las comunidades beneficiarse de los mismos derechos”.
Está fue la fuerza simbólica del peregrinaje papal. Pero tampoco se puede olvidar el contexto local. Es decir que el mensaje papal no podrá nada si no acompaña un compromiso fuerte de la comunidad internacional en favor de la reconstrucción y de la reconciliación nacional de Iraq.
Estos actos se inscriben en un Medio Oriente que está viviendo momentos geopolíticos inéditos. Los acuerdos de Abraham abrieron esta fase con una normalización de las relaciones entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos por una parte, con Bahrein por otra parte. Firmados el 15 de septiembre de 2020, inauguraron una nueva lógica geopolítica subrayando una forma de ruptura entre los Estados musulmanes sunitas y el chiísmo iraní. La conciencia del riesgo de una nuclearización hostil en la región, encabezada por Irán, parece haber tomado un carácter esencial, poniendo en segunda posición la temática palestina para los demás países del Golfo. Que un país como Sudán haya firmado un acuerdo de normalización de sus relaciones con Israel, el 23 de octubre de 2020, demuestra la fuerza del cambio. A cambio, Sudán salió de la lista de los países que apoyan al terrorismo. Por otra parte, el nuevo inicio de las relaciones entre Qatar con Arabia Saudita, Bahrein, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos, rompiendo con el embargo decretado desde 2017, durante la Cumbre de Al-Ula del 6 de enero pasado, consolida la cooperación regional, estableciendo claramente nuevas alianzas frente a la posibilidad de una presencia nuclear iraní. Estas evoluciones geopolíticas constituyeron el trasfondo de la visita del papa Francisco a Iraq.

Politólogo francés, presidente de LATFRAN.