El mundo sin internet

Los sistemas prospectivos deben comenzar a imaginar otros fenómenos críticos y deberíamos tener respuestas para esas amenazas poco imaginables

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Imagen de referencia. La enfermera británica Lucy Letby es sospechosa de asesinar a ocho bebés e intentarlo con otros 10 dentro de un hospital. Foto/ Pixabay

Por Oscar Picardo Joao

2020-11-11 6:33:32

Aprovechando que estamos en “modo de tragedia”, con la pandemia de COVID-19 y con los huracanes y otros fenómenos , deberíamos plantearnos otros escenarios futuros como oportunidad de aprendizaje, intentando dejar nuestras zonas de confort y arriesgándonos a diseñar algo de prospectiva, cosa que no solemos hacer.
El internet es el sistema global de interconexión de redes informáticas que utilizan la familia de protocolos de Internet (TCP /IP) para la comunicación entre redes y dispositivos. Se trata de una red de redes que consta de redes privadas, públicas, académicas, comerciales y gubernamentales de alcance local a global, unidas por una amplia gama de tecnologías de redes electrónicas, inalámbricas y ópticas. Internet implica una amplia gama de recursos, herramientas y servicios de información, como los documentos y aplicaciones de hipertexto interconectados de la World Wide Web (WWW), el correo electrónico y la telefonía, compartir archivos y conectar todas las redes sociales y plataformas.
Internet funciona por cables de fibra óptica, veloces líneas ADSL o incluso por conexión vía satélite. La conexión entre redes regionales se efectúa a través de puntos de acceso a la red (NAP) que recogen la información de los routers y que la envían a otro NAP mediante una línea de muy alta velocidad (backbones).
¿Pero hay un responsable de que internet funcione? ¿Se puede caer internet…? ¿De qué depende? ¿Qué sucedería? Inclusive hay más preguntas (y pocas respuestas): ¿Podemos tener nuestro propio internet como país o región? ¿De quién dependemos? Creo que no tenemos idea…
En la actualidad sería muy difícil que se caiga el Internet, pues los Backbone tienen alta redundancia, es decir, hay diferentes rutas de conexión entre diferentes Backbone para evitar problemas de conectividad. También sabemos que hay muchas organizaciones de respaldo: Comisión Global de Gobernanza de Internet; Organización Internacional de Normalización; Internet Architecture Board (IAB); Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números (ICANN por sus siglas en inglés); Grupo de Trabajo de Ingeniería de Internet (IETF por sus siglas en inglés); Internet Research Task Force (IRTF; Grupos de operadores de redes de Internet (NOG); Internet Society(ISOC); Registros regionales de Internet (RIR por sus siglas en inglés); World Wide Web Consortium (W3C por sus siglas en inglés. Pero a pesar de ello deberíamos imaginar que todo puede suceder…
Nadie puso en su FODA (Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas) la pandemia de COVID-19 y sucedió, y además cambiaron muchas cosas a nuestro alrededor. ¿Deberíamos poner en nuestras amenazas la caída de internet? Sin lugar a dudas sí. ¿Y qué sucedería si se cae internet?
Hagamos algo de forecasting o prospectiva doméstica… Todo el espectro digital o virtual de repente desaparece; no habría conexión en ninguna plataforma ni en redes sociales; se pierde toda la comunicación; los sistemas bancarios fallan; los sistemas inteligentes de IoT no funcionarían; el e-commerce se esfuma del mapa; no vemos ninguna página web y con ello se desvanecen los trámites de gobierno digital y los sistemas inteligentes de las empresas y organizaciones. La telefonía IP y la red 4G y 5G no funcionan; colapsa la bolsa de valores. No hay correos electrónicos ni mensajería SMS, tampoco cable. Lo multimedia y transmedia ya no existe. Entre otros efectos.
Estaríamos automáticamente en una especie de quimera o distopía a finales de los 80… En “informática social aplicada” (B. Kling- N. Hara) estudiamos este fenómeno, por ejemplo, imaginemos un día sin energía eléctrica en las oficinas o empresas ¿qué hace la gente? Internet y las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones están cambiando estrepitosamente a la gente, a las sociedades, a las organizaciones y a las empresas; en efecto, vivimos en una sociedad del conocimiento, en una economía de la información y en un proceso acelerado de transformación digital (Manuel Castells). Cada vez más dependemos de las redes, de internet y de los dispositivos electrónicos.
Creo que nadie se pregunta quién hace que internet funcione; sólo está ahí, lo pagamos y utilizamos; es como una mega corporación global, que parece que no tiene dueño pero que todos tenemos que pagar a las empresas proveedoras para utilizarlo. Pero quisiera ir más allá de las empresas proveedoras y examinar qué sigue, si dependemos de satélites o de cables submarinos o de otras conexiones. Al final de la cadena hay algo o alguien que no conocemos, y probablemente por algún evento fortuito se podría apagar, dañar, desaparecer. ¿Estamos preparados?
No nos podemos dar el lujo de no aprovechar la experiencia de la pandemia de COVID-19; los sistemas prospectivos deben comenzar a imaginar otros fenómenos críticos y deberíamos tener respuestas para esas amenazas poco imaginables. Pensemos en una sociedad sin agua, sin combustibles fósiles o en una crisis medioambiental o en otros escenarios de agotamiento de los recursos. A pesar de Hollywood y a partir de ahora, todo puede suceder…

Investigador Educativo. opicardo@asu.edu