En algún momento de mi vida universitaria tuve un compañero que durante una clase de macroeconomía sugirió, con convicción y fuera de toda broma, que el gobierno debería imprimir más dinero y repartirlo a las personas pobres para que salieran de la pobreza. No sé qué fue peor, que realmente estaba convencido de que era una buena solución o que creyera que una política asistencialista como esa lograría sacar a las personas de la pobreza.
Muchas veces criticamos a ingenieros y médicos por implementar terminología técnica para explicar un suceso ordinario, pero los humanistas no nos quedamos atrás. Si escuchamos a alguien preguntar sobre el derecho al medio ambiente sano, no tardamos en mencionar el Acuerdo de Escazú. Lo mismo sucede si alguien pregunta sobre el calentamiento global, citamos el Acuerdo de París o el Protocolo de Kioto. Y si hablamos de comercio internacional mencionamos los TLC sin siquiera explicar qué significa.
Así que cuando alguien pregunta el porqué no imprimimos más dinero para solucionar un problema tan trascendental como la pobreza, nos llenamos la boca con palabras como inflación, poder adquisitivo, incertidumbre económica, oferta, demanda, mercado internacional y otros términos macroeconómicos que en lugar de explicar terminan confundiendo a quienes no están familiarizados con tecnicismos. Y claro, cualquiera podría decir “pero como adultos deberíamos saber qué significa inflación”, pero la realidad es que el nivel educativo en muchos países, incluyendo El Salvador, no es óptimo y seguimos contando con tasas considerables de analfabetismo. Además, estoy convencida de que incluso entre humanistas hay algunos que no entienden por completo los conceptos.
Por ello, esta vez voy a explicar el porqué no imprimir más dinero para combatir la pobreza, pero con una perspectiva diferente. Yo no soy una ferviente jugadora de videojuegos, pero sé de juegos como GTA, Fortnite y FIFA. Estos tres juegos tienen en común que necesitas completar algunas misiones para obtener monedas que te permitan comprar coches, skins o jugadores respectivamente. Quedémonos con el último videojuego que mencioné.
Hay diferentes modos para jugar FIFA, pero para esta explicación es fundamental el FIFA Ultimate Team que te permite crear el equipo de tus sueños con miles de jugadores de todo el mundo. Lo interesante de este modo es que una de la forma de comprar jugadores es ganando monedas al jugar partidos. Es decir, mientras más juegues más monedas ganas y mejores jugadores puedes comprar. Desde Mbappé, Haaland, Vinicius Jr, hasta Pelé o Maradona.
Ahora bien, es claro que el esfuerzo te da como recompensa la posibilidad de crear tu equipo soñado. ¿Pero qué pasaría si alguien lograra alterar el juego y conseguir monedas infinitas para obtener los jugadores que quisiera? ¿Y si esta modificación llegara a todos los jugadores? ¿Qué valor tendría seguir jugando para conseguir monedas?
Muy probablemente los dueños del videojuego de FIFA, consternados por tantas monedas que aparecieron de la nada, tuvieran que subir el precio de los jugadores. Un Mbappé que tal vez antes te costaba mil monedas, ahora se cotiza en 50 mil. ¿Por qué? Porque los dueños identifican que las personas tienen más monedas para conseguir jugadores y les conviene aumentar el precio. Justo con este ejemplo te acabo de explicar someramente cómo funciona la inflación, la cual es una de las primeras consecuencias negativas si imprimiéramos más dinero.
La decadencia del poder adquisitivo se explica con el ejemplo que te di de Mbappé. Antes que alteraran el juego podías comprar jugadores convencionales a una cantidad módica de monedas, pero después del aumento de precios 500 monedas no te alcanzan para comprar un jugador promedio. Tal vez tienes más dinero, pero los precios han subido tanto que realmente no puedes acceder a los jugadores que quieres.
Y al final del día terminas con un videojuego con menor atractivo para futuros compradores porque no representa un desafío a tus destrezas, solo tienes que alterarlo para tener monedas ilimitadas y comprar a quien quieras. Esta es la desconfianza que se crea en el mercado internacional.
Tal vez si alguien le hubiera explicado esto a mi compañero en macroeconomía lo hubiera entendido mejor. Pero espero que con mi explicación te quede un poco más claro que imprimir más dinero no es una solución contra la pobreza.
Miss Universo El Salvador 2021 y consultora política