Un nuevo 15 de septiembre

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Por Nelson Bonilla

2021-09-19 7:00:44

Este año, se realizó una marcha con un número igual o mayor de miembros que las realizadas por gobiernos anteriores, pero completamente distinta. Este 15 de septiembre, no hubo una fiesta para celebrar la independencia en las calles y tristemente tampoco se trató de un evento que todos los salvadoreños apoyaran, gracias a la polaridad en la que vivimos. Ese día se realizó una protesta en contra de un régimen, el del presidente Nayib Bukele.

A pesar de que todos los grupos que se encontraban en dicha protesta diferían entre ellos en muchos temas y tenían sus propias exigencias, hubo un mensaje que resonaba: la disconformidad con el presidente y todo su proyecto político. Ese móvil llevó a los ciudadanos a organizarse, dirigirse temprano a los lugares convocados y empezar a marchar en contra del mandatario. Por supuesto, el mensaje resonó en todos los rincones y es así como se observó al aparato estatal en acción, pero no como usualmente se esperaba observar en un régimen dictatorial con represión, sino atacando desde dentro, haciendo ver mal a la ciudadanía organizada.

Con lo vivido y observado este 15 de septiembre, es alentador saber que existen más personas de las esperadas que no están de acuerdo con las decisiones políticas tomadas por el presidente. Se podría creer que este número de ciudadanos descontentos con el gobierno ha aumentado debido a la persuasión y educación por parte de la oposición, pero realmente no es así, al menos no por completo.

El que ahora es tachado como “régimen” para algunos, y “salvador” para otros, se está matando suavemente con sus decisiones, contradicciones y falsas promesas.
Este atacó y destruyó la institucionalidad del Estado, blindó el acceso a la información pública y nos impuso una moneda sin estar preparados para recibirla (y no lo estaremos en años). Se contradijo al decir estar en contra de la reelección y luego mandó a su CSJ autoimpuesta permitirle reelegirse.

Nos prometió traer a un expresidente en menos de 100 días, quitar la partida secreta del Estado, impedir que ningún funcionario robara ni un centavo partido por la mitad del Arca del Estado, evitar el nepotismo, seguridad para todos, entre otras cosas. Con lo anterior, en un pueblo culto y con memoria histórica, hace mucho tiempo se hubiera destituido al presidente.

Entonces, es aquí donde se observan los tres problemas más grandes de la mayoría de los salvadoreños.

El primero, es que son guiados por las emociones, euforias e ideologías más que por cualquier otra cosa, por eso salvadoreños se han matado entre ellos mismos; claros ejemplos son las maras, los equipos de fútbol y los partidos políticos.

El segundo es que olvidan rápidamente nuestra historia en todo su sentido y vuelven a caer en el mismo error; situación que se observa especialmente cuando se apoyan nuevamente a políticos corruptos y poco éticos sólo porque se muestran con otra cara.

El tercer, y más grande problema de la mayoría de los salvadoreños, es nuestro egoísmo y falta de empatía. Si el accionar gubernamental no les está afectando, se hacen indiferentes al problema; se les olvida que hoy puede ser otra persona y luego podrían ser ellos. Y es necesario acotar que esta es la mayor razón por la que actualmente el gobierno tiene mucho poder.

Esto es evidente al observar el padrón electoral y darse cuenta de que una gran parte de salvadoreños no votó, al analizar encuestas y conocer que más del 50 % de salvadoreños está desencantado con la política, y al ver que en una manifestación donde hubo miles de personas pudieron haber decenas de miles más si no fuera porque el motivo de las protestas no los afectó directamente.

Entonces, ¿qué queda? ¿Esperar? Si el gobierno continúa con el mismo rumbo cometerá un suicido premeditado y únicamente se reaccionará hasta que llegue un momento en el que se toquen los intereses de muchos salvadoreños egoístas. ¿Es necesario esperar esto?

Por eso invito a reflexionar a cada salvadoreño sobre lo que quiere de sus gobernantes, porque los que creemos tener criterio no queremos el pasado, pero francamente tampoco queremos el futuro venidero con un gobierno con acciones autoritarias. Esto se los digo yo, que voté por nuestro actual presidente y ahora, apoyé la marcha de este 15 de septiembre.