Septiembre de 2020

¡Despertemos! En este Mes Patrio, pensemos muy bien si estamos cumpliendo nuestros deberes ciudadanos, si con nuestro silencio, nuestra cobardía, nuestra molicie e indiferencia, estamos contribuyendo a la destrucción de nuestra República.

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Foto Por EDH-Shuttestock

Por María Alicia de López Andreu

2020-09-04 9:31:27

Así como la Semana Santa y la Navidad nos despiertan sentimientos religiosos, de mayor acercamiento a nuestro Creador, las fiestas patrias igualmente deben hacer renacer en nosotros el amor a nuestro El Salvador, ahora tan golpeado no solamente por la crisis mundial en salud y economía, sino principalmente por la traición interna de quienes, lejos de prestarle sus servicios honestamente, defendiendo la Constitución y su institucionalidad como es su deber, se esfuerzan en socavar todos los cimientos de la República que, desde hace 199 años, hemos tratado de forjar.
Cuando las tradiciones importaban al mandatario de turno, éste inauguraba solemnemente el Mes Patrio. Quiero agradecer sinceramente a los diplomáticos y a los presidentes de la Corte Suprema de Justicia y de la Asamblea Legislativa y demás funcionarios que acompañaron al Alcalde de San Salvador para, juntos, en la Plaza Libertad, presentar a la Patria el saludo ferviente que cada salvadoreño queremos darle, el habernos representado para reconfirmar nuestro compromiso de sacarla adelante. Esta pandemia pasará y nos dejará terribles secuelas, pero estamos decididos a afrontarlas con la valentía, el sacrificio y el trabajo incansable que sean necesarios. Y reafirmar que no permitiremos que sus malos hijos triunfen, porque defenderemos nuestra República como siempre lo hemos hecho, ahora con mayor ahínco, porque el traidor interno es mucho peor que cualquier otro de todos los males.
El Excelentísimo, nuevamente, demostró que nuestros valores, nuestras tradiciones, nuestro sistema republicano, le son absolutamente molestos y estorbosos, al grado de querer eliminar cuanto antes todos aquellos símbolos y fechas que se los recuerden. Comenzó alterando vilmente nuestro Escudo Nacional, para vergüenza de las Fuerzas Armadas que, siendo la salvaguarda de nuestra soberanía, lo han consentido. Sólo falta que el Excelentísimo sustituya el 15 de septiembre por la fecha de su cumpleaños, porque según él, nuestro país nació con él, nada anterior tiene valor.
Y para cundundear a los militares, que mediante la fuerza puedan someter a quienes criticamos al gobierno, mandó a su ministro de Gobernación a un acto en el que solamente participaron las Fuerzas Armadas. Otro clarísimo mensaje del Excelentísimo quien, desde su entronización, ha logrado tener domeñado a ese gremio, haciéndoles jurar lealtad a su persona (¡qué bajeza!), ordenando la producción de comerciales de varios minutos y transmitiéndolos por la televisión varias veces al día, alabando a las milicias. Y eso es apenas lo que salta a la vista; quién sabe cuántas cosas más hay ocultas con las que logra someter a las Fuerzas Armadas, de modo tal, que éstas aguantan, felices, el ser manipuladas tan suciamente.
¡Despertemos! En este Mes Patrio, pensemos muy bien si estamos cumpliendo nuestros deberes ciudadanos, si con nuestro silencio, nuestra cobardía, nuestra molicie e indiferencia, estamos contribuyendo a la destrucción de nuestra República. Nuestros hijos, nietos, bisnietos y tataranietos deberán pagar los miles de millones de dólares con que el Excelentísimo y un equipo de irresponsables nos han endeudado. Eso ya no tiene remedio, el mal está hecho. Entonces, luchemos porque al menos ellos – nuestros descendientes – tengan un país al que llamar propio, una república en la que vivir, trabajar, morir y ser enterrados, un escudo y una bandera azul y blanco que, con su lema DIOS – UNIÓN – LIBERTAD, les inspire y consuele durante los duros momentos que todos deberemos afrontar.
¡Dios te salve, Patria sagrada!

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