La cultura del machismo y la falsa idea de igualdad

El machismo perjudica tanto a la mujer como al hombre, pues impide desmantelar patrones de violencia heredados de generaciones pasadas y normaliza comportamientos agresivos.

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La investigadora social, Jeannette Aguilar, desde hace varios años analiza el comportamiento de la Policía Nacional Civil. Foto EDH /

Por Adriana Delgado

2021-01-17 5:40:58

El machismo es el conjunto de ideas y comportamientos que promulgan que el hombre es superior a la mujer. A pesar de avances como el reconocimiento del derecho femenino al voto en 1950, el incremento de oportunidades educativas para la mujer y la incorporación de ésta a la fuerza laboral no se ha logrado la igualdad de género en el país.

Esto se debe, en primer lugar, a que las mujeres en El Salvador se ven desproporcionadamente afectadas por la violencia de género. De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, durante los primeros meses de la pandemia se reportó 1 feminicidio cada dos días. Adicionalmente, la Fiscalía General de la República reportó 6,868 casos de violencia contra la mujer entre junio de 2019 y julio de este año.

Lamentablemente, muchas mujeres que viven en condiciones precarias temen interponer denuncias por miedo a las represalias de su abusador, que podrían costarles la vida. Además, las víctimas no tienen la seguridad de que sus denuncias impulsarán acciones legales, por falta de evidencia y apoyo. Por ello, varias no reportan estos incidentes; en consecuencia, las estadísticas no reflejan todos los casos de violencia de género. Así, miles de mujeres deben cargar con el trauma solas, lo que daña su salud física y mental, además de impactar en sus relaciones interpersonales.

En general, Latinoamérica presenta altas tasas de violencia contra la mujer; especialmente, un elevado número de feminicidios. Esto se debe a la transmisión generacional del machismo. En la cultura latina, desde temprana edad muchas niñas son educadas bajo la idea de que la mujer vive para servir al hombre. Esto explica por qué en varios hogares de bajos recursos se prioriza la educación de los varones, lo que obliga a muchas niñas a abandonar sus estudios y a dedicarse exclusivamente a las labores del hogar.

Por otro lado, la sociedad tiende a valorar a la mujer con base en su aspecto físico. Esto favorece que se resalten los atributos sexuales de la misma por encima de cualquier otra cualidad, es decir, que se hipersexualice a la mujer, cosa que con frecuencia inicia desde su infancia y que propicia actos de violencia. Con todo esto, se critica a las mujeres por cómo se visten y actúan, práctica que acarrea prejuicios que tildan a la mujer como la culpable de sufrir ciertos abusos; en otras palabras, en lugar de conseguir justicia, la víctima es juzgada.

Los hombres también sufren las consecuencias del machismo. Esto se debe a que la masculinidad está estrictamente definida: los hombres deben de ser percibidos como personas fuertes y protectoras. Esta noción los desmoraliza a la hora de denunciar situaciones abuso que han sufrido, que mostrarían su vulnerabilidad.

En síntesis, el machismo perjudica tanto a la mujer como al hombre, pues impide desmantelar patrones de violencia heredados de generaciones pasadas y normaliza comportamientos agresivos. Actualmente, la sociedad vive bajo una falsa idea de igualdad, ya que en papel tanto los hombres como las mujeres tienen los mismos derechos y son iguales ante la ley; pero el machismo aún marca claras diferencias sociales.

Estudiante de Licenciatura en Economía y Negocios, ESEN, Club de Opinión Política Estudiantil (COPE)